miércoles julio 17 de 2024

El Ojo del Halkón ¿Tenemos una política de Estado que trascienda frente a un lio como el de Nicaragua?

Ruben Dario Mejia Sanchez _25_02_12

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

 El jueves 17 de marzo era esperado con gran expectativa por el fallo que daría la Corte Penal Internacional de La Haya referente al conflicto limítrofe entre Colombia y Nicaragua, fue una espera larga para un resultado amargo a pesar de que muchos decían que eso era pan comido, porque la Corte se declararía no apta para fallar sobre las exigencias de Nicaragua de conseguir más espacio del ganado en el fallo del 2012 donde esperaban que sus aguas territoriales fueran mayores. Colombia perdió, aunque se diga lo contrario, el fallo fue adverso por parte de la Corte Penal Internacional, porque al declararse competente para tratar lo relacionado sobre los diferendos limítrofes entre Nicaragua y Colombia, demostró que no obró en justicia, porque lo natural hubiese sido que se declarara no competente para adelantar ninguna investigación aunque se ratificara sobre la decisión tomada hace cuatro años.

Ahora estamos en una sin salida, un enredo de cachos que no lo entiende nadie, ni la misma prensa, que ha comenzado a dar versiones no muy claras en sus secciones editoriales y es así como dos rotativas, como el Espectador y La República se ponen en orillas diferentes, una a favor de lo que hizo el Tribunal Internacional considerando que los representantes del Gobierno desde hace mucho tiempo han sido incapaces de enfrentar la situación y de decidir de manera acertada para salir adelante con este litigio, por lo menos eso es lo que dice El Espectador cuando está de acuerdo que el Gobierno Santos acaba de tomar una decisión bastante preocupante al decidir que desconoce la jurisdicción de esa Corte para privilegiar la política interna sobre el ordenamiento jurídico internacional, como respuesta a una decisión desfavorable, lo que puede traer grandes implicaciones y esto es lo que nos hace pensar que en cierta parte tiene razón, porque la Corte lo que dijo fue que sí era competente para iniciar estos procesos, por lo que el desconocimiento de esta decisión por parte de Colombia en nada cambia el curso de los hechos.

El supuesto incumplimiento del fallo del 2012 que otorgó a Nicaragua la posesión sobre una amplia porción del mar alrededor del archipiélago del Caribe, el que muchos ha considerado que nunca ha sido nuestro así lo digan los textos escolares, el camino no parece diferente del que se ha debido de seguir desde el fallo como fue iniciar una defensa y contraatacar en lo que se había definido y haber sido conscientes de la necesidad de sentarse a dialogar con Nicaragua un tratado que hubiera sido viable y que hubiera tenido en cuenta la realidad de las poblaciones que son las perjudicadas, pero como van las cosas casi cuatro años después nada ha pasado para avanzar en esa negociación y lo único que queda es que desconocer la jurisdicción de La Haya en realidad, como decía anteriormente, ni quita ni pone.

En lo que tiene que ver con la pretensión de Nicaragua de extender su plataforma continental y tomar la decisión de que este proceso siga adelante sin la defensa por parte de Colombia es muy delicado, pues se trata de una pretensión con mucha ambición que afecta a varios países de la región, con quienes se hubiera podido diseñar una defensa conjunta y no lo que ha hecho Colombia al preferir rebelarse y no seguir jugando con las reglas que aceptó en un comienzo.

Al hacer esto Colombia, dicen algunos expertos, no lo soy, que Colombia perdería autoridad y credibilidad para pedir ante organismos como el Consejo de Seguridad de la ONU apoyo al proceso de paz, declarado por la ONU como buen garante pero a la vez ataca a sus tribunales declarándolos incompetentes para decidir con apego a las leyes y esto que lo hacemos, por los aceptamos o no dependiendo de cómo nos traten y como los fallos sean favorables a nuestras pretensiones.

Se espera que en el largo plazo no se tenga que arrepentir el Gobierno Colombiano de esta determinación y que el resultado no sea muy doloroso cuando se considere al país no solo un miembro no confiable de la comunidad internacional sino, en la propia defensa del territorio.

Estamos de acuerdo que no es el momento para atacar a unos o a otros y decir que lo que está sucediendo es culpa de los gobiernos anteriores o del actual, los errores ya se cometieron y las consecuencias se están viviendo y lo que hay que hacer en este momento es tomar decisiones concretas para encontrar soluciones al problema en que nos encontramos enfrascados.

La unidad que se ha visto alrededor del Presidente y del Gobierno es muy bueno, pero tenemos que tener en cuenta que debemos de sacar el as de la manga para poder ver que es lo mejor luego de las dimensiones del problema que estamos enfrentando en donde hay opiniones de especialistas de un lado y del otro que opinan que se deben de aceptar lo que dijo la Corte que fue contraria al país luego de notarse que estaba marcada con visos nacionalistas que exigen respeto y es por eso que se pide no ser medias tintas y mirar el problema con la objetividad de internacionalista, es un momento de grandeza y unión histórico para Colombia y de verdad como se ha comentado en las últimas horas, el Procurador General de la Nación tiene razón cuando pide una política de Estado que trascienda gobernantes frente al lio con Nicaragua, mucho más ahora que el Presidente -con gran acierto- ha decidido que “no seguirá compareciendo ante la Corte de La Haya” y vale la pena recordar que en Colombia la única institución legítima autorizada para modificar las fronteras es el Congreso de la República mediante leyes que se socialicen con el pueblo.

No estoy de acuerdo que cada que haya un problema en las fronteras colombianas nos llenemos de folclorismo y hagamos desfiles veintejulieros, presencia del Presidente y sus ministros y de los pequeños y altos funcionarios de la Nación en el lugar de los hechos y que luego nos olvidemos de esas regiones, que como lo decían anoche en declaraciones a medios de comunicación, los raizales se sentían abandonados y renunciaban de manera simbólica a la nacionalidad colombiana tirando las cédulas la piso y exigiendo que se les diera cédula nicaragüense; o el otro olvido que han tenido que sufrir las gentes de la frontera con Venezuela, el que los ha llevado en más de una oportunidad a viajar al vecino país y a tomar la doble nacionalidad, pues creen que con eso solucionan el problema de ellos y de sus familias, mientras se caracteriza que el Gobierno Colombiano es un gobierno centralista que cree que mientras que tenga bien las regiones como la Capital, Antioquia, el Valle y el Atlántico de su lado todo está solucionado, y los demás que se las arreglen como puedan. Por eso no es extraño que los niños del Amazonas conozcan más del Perú y del Brasil, los de Nariño más del Ecuador, en Cúcuta y en la Guajira se vea televisión venezolana y se cante el himno de ese país y se crea que su presidente es Nicolás Maduro.

Lo que acaba de suceder con el fallo de la Corte Internacional de La Haya, es más que una oportunidad para protestar ante el trato de la justicia internacional que se nos da, la de tomar conciencia de la presencia del Estado en las regiones más apartadas del país y así no perder las riquezas materiales y humanas que existen en estos lugares y que pertenecen a Colombia.

A Nicaragua no le interesan los raizales, lo que le interesa es el petróleo y el gas que hay en esos lugares que está pidiendo como suyos y que si nos ponemos de tercos a pelear de la manera no indicada vamos a perder, porque de una cosa si debemos de estar conscientes es que al no aceptar el fallo de la Corte de La Haya se nos va a juzgar, y no creo que para bien, como reos ausentes, como pueden entender más de un colombiano que ha pagado largas condenas cuando la justicia los ha condenado de esta manera.

Qué bueno que el Gobierno recordara las 24 horas del día, los 30 días del mes y los 12 meses del año que la Guajira, Leticia, Orinoquía Putumayo, Arauca, Santander del Norte, Nariño y San Andrés son territorio colombiano, a los que hay que tener en cuenta en las políticas sociales, económicas, de educación y de salud y no solo en los momentos de los comicios electorales para Senado, Cámara y Presidencia de la República, si en estos momentos cuentan, deben de contar siempre.

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