La humildad es grandeza
Por Esteban Jaramillo Osorio
No es la primera vez que Omar Pérez renuncia y se retracta. Ya lo había hecho, hace unos años, vía instagram, en una noche de fiesta. El contenido de su mensaje fue eliminado, horas después, por lo inoportuno e injustificado. Impulsivo el hombre, capitán de innumerables tardes con gloria que le han granjeado un amor por siempre de sus seguidores, ha repetido su acto de intolerancia. Ofendido por la indiferencia de su entrenador, tomo la vía de escape menos recomendable, con efectos dañinos para él, la institución y su jefe técnico.
El ambiente, con su anunciada retirada, la que luego corrigió, entró en efervescencia de inmediato originando una fuerte colisión entre aquellos que lo defienden por sus calificados aportes futbolísticos y quienes prefieren el respeto a la autoridad con sus decisiones.
Filtrar a los medios sin sutileza su rabieta no fue lo mejor, porque, además, dejó en el tintero verdades ocultas de una relación que siempre anduvo en entredicho. Lo recomendable habría sido una reunión intima con presidente y entrenador, para superar discrepancias, sin hacer participe a la afición y sin perjudicar al club que, quiérase o no, entra de inmediato en combustión, por la influencia de los protagonistas.
Le ha tocado a Pelusso, tan drástico con su “bastón de mando”, bailar con la mas fea: manejar la decadencia del ídolo.
Consolidar su relación con Pérez ha resultado imposible, dada la valoración que hace de las cualidades actuales del futbolista, que inocultables son frente a la exigente competencia.
Omar debe entender que la grandeza esta en la humildad y que su importancia futbolística, por todos valorada, debe refrendarse también, fuera de las canchas.
Airear sus disgustos, como adolescente inconforme, alterando el orden de la casa, no le hace bien y pone una mancha en su liderazgo.
La briosa reacción de los aficionados, en ocasiones sin objetividad, ahonda la confusión, la que esta obligado el presidente a conjurar. La convivencia que siempre en el fútbol se manejo con resultados, tiene, en este caso, un capitulo aparte, que seguramente pasara factura a uno de los protagonistas, por la exagerada intolerancia que se manifiesta.
Peligroso ejemplo para otros futbolistas, cuando uno de los mas queridos y representativos jugadores, pierde las formas y amenaza con desertar, por no ser considerado dentro de la alineación. La autoridad en un club en materia técnica es única y la detenta el entrenador de turno. Si alguien mas se entromete en sus decisiones, esta faltando al respeto. Pérez debe volver al camino, con profesionalismo, para complacencia de sus admiradores, aceptando, con autocrítica, el pasaje futbolístico que atraviesa. Santa Fe no es un jugador, ni un entrenador; es un club, es una inmensa familia, es una colectividad que crece y se respeta. Si existe agradecimiento para Omar, por sus aportes en los títulos, debe existir también para Pelusso por su triunfo con Santa Fe en la copa suramericana, la que siempre estará en el recuerdo.