Por el bien del fútbol Acierta la Dimayor, con el castigo a los simuladores
Por Esteban Jaramillo Osorio
Se aprecia el propósito de sanear el juego, con valores determinantes, para dotarlo de lealtad y espíritu competitivo. Se recuerda infinidad de caídas aparatosas, sin mediar razón alguna, con el único propósito de sacar provecho con trampa. Respaldados los tribunales, podrán de oficio y previo estudio de video, sancionar con severidad a los artistas del engaño. Lo mismo deberá ocurrir con los árbitros, empeñados en ver lo que otros no ven para torcer el reglamento, por favorecimientos premeditados o presiones.
Respecto a la reprogramación de los horarios, plegados a la solidaridad colombiana ante la inminencia de un apagón, parece sensata. Como dicen que se entrena como se compite, no son extraños las practicas matinales para la puesta a punto, menos deben serlo para los duelos oficiales. Ya se jugó a estas horas en el pasado. Las quejas vienen de los entrenadores físicos, pensando en el bien particular de sus dirigidos por encima de las necesidades colectivas del país. La apuesta, como dicen algunos serios periodistas, tiene sus riesgos, teniendo en cuenta la simultaneidad con las ligas europeas, que en Colombia gozan de considerable aceptación. El espectáculo local tendrá que mejorar para ser atractivo.
La ampliación a siete el número de suplentes en el banco de relevos, le dará al entrenador variantes para la ejecución de sus planes en la cancha. No obstante, favorecerá, en el largo recorrido, a los equipos con mayores recursos y mejor calidad en sus protagonistas.
Deja, sin embargo, un sabor a “alcaldada” la decisión de aceptar un nuevo equipo en plena competencia, en cacareada defensa de la institucionalidad y la autonomía, obligando a sus rivales a jugar partidos que estaban programados con un club desparecido. No se requiere mucho conocimiento en derecho deportivo, para percibir cuantas vías legales existen para controvertir estas decisiones.
El fútbol femenino necesitaba un impulso y se lo han dado. Se justifica en las actuaciones internacionales de las súper chicas, pero merece una revisión, respecto a la desconsideración a los clubes aficionados, punto de partida para los éxitos internacionales conseguidos. El doping no fue tema en el debate. Es sistemáticamente ignorado. Conocido es que solo una muestra, máximo dos, se toma de 18 partidos jugados entre la A y la B, cada fin de semana. La responsabilidad mayor pasa por Coldeportes, pero la Dimayor, en su pretendida trasparencia, debe pedir mayor rigor en este aspecto.
La renovación del contrato con Winsports, hasta 2025, equivale al reconocimiento a la calidad de las transmisiones y a la satisfacción de la promoción del espectáculo del futbol por diferentes vías aceptadas. Pero parece una precipitud, considerando que, en el futuro cercano, cumplidos los plazos legales, pueden surgir nuevos proponentes, con mejores ofertas. El adelanto del dinero pactado, convertido en recursos para los clubes, parece “mermelada”, para acallar críticas e insatisfacciones de los afiliados.