El negro Perea
Por Esteban Jaramillo Osorio
El fascinante viaje a la vida de Edgar Perea, un hombre de multitudes y espectáculos. Personaje único, salido del mundo variopinto del folklore nacional, a veces tan frentero, en ocasiones tan dicharachero. Encendida su garganta, calentaba estadios y convertía los partidos que narraba, en eventos de alta intensidad. Derroches de pasión, sin discursos blandos, con efervescencia al hablar. Transmitía todo, con versatilidad inigualable, labia fácil y envolvente, como testigo privilegiado de acontecimientos deportivos.
Los oyentes le seguían o le rechazaban, pero no había espacio para la indiferencia, por su estilo con identidad.
Sus descripciones, sus alegatos acalorados, su chispa critica, su vozarrón intimidante, se mantuvieron activos hasta el final de su vida, haciendo caso omiso a las alertas de las enfermedades que lo cercaban.
No fue solo el negro Perea, como se le identificaba. Tampoco “el campeón” como sus amigos lo llamaban y menos su excelencia, como algún vez dijo que se le saludara, por su condición de ex senador o ex embajador.
Recuerdo cosas buenas, muy buenas de Edgar. No susurraba cuando defendida sus posturas pero gritaba en sus arengas regionalistas. Agudo como pocos, trasformó el periodismo deportivo de Colombia y dejó un valorado legado para las nuevas generaciones en el arte de la narración y el comentario.
Perea no fue un peleador callejero, micrófono en mano; tampoco un provocador sin sensatez, o un manipulador sensacionalista para beneficio propio. Su agitación al aire, fue la consecuencia de sus emociones desbordadas a favor de Junior, la selección y los atletas colombianos en el exterior. Sus descripciones, con goles que dieron gloria y títulos, con puñetazos que derrumbaron estrellas y trajeron coronas, con jonrones para la eternidad y con pedalazos para coronar empinadas cumbres, vigentes por siempre estarán.
Nunca medias tintas, nunca agua en la boca, nunca verdades sesgadas convertidas en mentiras, nunca obsecuencia con el poder.
En materia de moda, fue un transgresor. Sus pintas fueron inigualables, hasta que lo devoraron los cachacos con su estudiaba formalidad. Famosas fueron sus camisas, sus vestidos, sus corbatas y su ornamenta en oro, cuando con su astucia radial, doblegaba a los panelistas que enfrentaba, sentado en la palabra, en defensa de su verdad. Perea, siempre será visible en el inventario de artistas de la radio colombiana. Un personaje sin par.
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