martes noviembre 19 de 2024

Cuando el éxito es ruina

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 Por Esteban Jaramillo Osorio

Salarios jugosos, lucrativos contratos. Fama y dinero, coches gama alta, primeras planas en los periódicos. Admiración pública, aplausos y una idolatría sin límite de sus seguidores. No, no es una estrella de rock: Es un futbolista de elite, que transita, desde su despegue, en un mundo de fantasía, alejado de la realidad. Muchos de ellos, de regreso a los avatares propios de la cotidianidad, tras el retiro, se encuentran sin dinero, comprometidos en negocios no rentables y hasta expulsados por la comunidad. Sus estilos de vida, equivocadas inversiones, inseguridad, desconocimiento, o derroches, los conducen a la ruina. Se alejan resentidos, maldiciendo, de los escenarios que los vieron triunfar. Son muchos los futbolistas colombianos, con historia, sometidos hoy al aislamiento porque no supieron ahorrar.

Héroes de estadios, gestores sin influencia positiva en los negocios. Ganaron plata, no construyeron patrimonio, porque sucumbieron a las auditorias, las investigaciones y hasta a las visitas a la fiscalía o a bienestar familiar.

El fútbol es para todos. La plata no. Son tantos los que se pasean exitosos por los caminos de los negocios, en explotación directa de su imagen, reconocidos porque se supieron asesorar y entendieron los límites físicos de la vida deportiva. León Darío Muñoz, Oscar Córdoba, Lucas Jaramillo, Pibe Valderrama, Falcao García, James Rodríguez, Cuadrado, Bacca, Jackson Martínez, “Rocky” Valdés, Nairo Quintana, este último a pesar de su edad, son algunas pruebas inequívocas de lo que es saber invertir. Miraron hacia atrás, recordaron de estrecheces y sufrimientos y potenciaron su capital.  Pero muchos más, deteriorados en su aspecto, deambulan sin sentido, en silencio, e inadvertidos en un mundo que no supieron aprovechar.

Cuantas amistades construidas en los vestuarios, se malograron porque el vecino identificado en las victorias, nunca fue el socio ideal. Como si los recuerdos no pesaran o la competencia con sus títulos no relacionara a perpetuidad. Cuánto dinero se esfumó por los amigos fingidos, por los inversionistas fantasma, por familiares sin escrúpulos que no entendieron de lealtad en las relaciones afectivas. Cuanto deshonesto queda con el recaudo adquirido con sudor y sufrimiento, con el estrés de los estadios en triunfos y derrotas.

Siempre habrá tiempo de aprender. El dinero que llega por montones se puede acabar. Solo el buen consejo, el experto en inversiones, la selección de amistades y la preparación paralela a la vida deportiva, evitan descalabros mayores, cuando llega el fin de un ciclo deportivo.

Cuantas ruinas económicas de famosos deportistas, se han podido evitar.

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