Setenta y dos años de un gran suceso musical
Por: Orlando Cadavid
El 14 de mayo último se cumplieron setenta y dos años del memorable nacimiento del sinigual Trío Los Panchos, en el Teatro Hispano, de Nueva York, función de gala que marcó un hito en la historia de la canción romántica porque abrió las puertas a la internacionalización de la música latina y llevó el bolero a los cinco continentes.
Protagonistas de este gran suceso artístico en la Gran Manzana fueron el puertorriqueño Hernando Avilés y los mejicanos Alfredo Gil y Jesús Navarro, quienes a juicio de los estudiosos del bolero, desafiaron la naturaleza interpretativa -hasta entonces destinada para cantantes solistas- al ejecutarlo de forma diferente, a tres voces, con guitarras, y la incorporación del requinto que acababa de perfeccionar uno de sus integrantes, apodado “El Güero”.
El historiador azteca Pablo Marcial Ortiz Ramos, autor del denso trabajo biográfico titulado sencillamente “El Trío Los Panchos”, se regodea en las 472 páginas de la obra reseñando con ricos apoyos fotográficos el comienzo, la vida, pasión, músculo, momentos de crisis, cambios en sus voces principales y el fin de Los Panchos que vendieron millones de ejemplares de fonogramas grabados en castellano, inglés, japonés y griego y actuaron en unas 50 películas y en gratificantes giras por los principales escenarios de América, Europa y Asia. Antes de dar el gran salto al bolero el trío cantaba corridos y huapangos en las noches neoyorquinas.
Fueron primeras voces del Trío, en su orden, el borinqueño Hernando Avilés, (en dos temporadas); el boliviano Raúl Shaw Moreno, (el más efímero); Julio Rodríguez, quien más se aproximó por su tono de voz a su compatriota Avilés; Jhonny Albino, (otro puertorriqueño), y los mejicanos Enrique Cáceres, Ovidio Hernández y Rafael Basurto, la última voz prima. Nunca sobrevivió la formación original por los frecuentes desacuerdos entre Gil y Avilés, quien en su segunda y definitiva deserción panchística creó con los hermanos Puentes (Gilberto y Raúl) Los 3 Reyes, el último de los grandes tríos del mundo, a juicio de Gustavo Leal Benavides, otro historiador mejicano.
Según Leal, Los Panchos grabaron aproximadamente 1.200 canciones, y determinar cuántas y cuáles fueron exactamente resulta una tarea titánica. Las políticas de la Columbia (su sello grabador) dan una idea de la complejidad a la que se enfrenta quien desee desentrañar este inextricable nudo gordiano de las grabaciones de Los Panchos.
El historiador musical caldense Jaime Rico Salazar, quien siempre ha considerado que nunca pudieron ser mejores Los Panchos que con Avilés, dice en su tratado “Cien años de boleros” que fueron 2.500 las canciones que grabaron Los Panchos, repartidas en unos 250 álbumes de larga duración. El cronista antioqueño Carlos E. Serna, en “Su artista favorito”, las calculó en casi dos mil o un poco más. Cifras muy cercanas en materia discográfica manejó para el trío, en sus libros, el maestro Hernán Restrepo Duque, el gran gurú de la música popular. Subsisten “Antioqueñita” y “La Múcura” entre los temas nuestros grabados por la singular tripleta.
El periodista Frank Chávez, de Wichita Falls, Texas, refiere en sus memorias musicales que “Los Panchos sí grabaron canciones colombianas pero dichos fonogramas, que habían sido un muy buen material, se perdieron en el proceso posterior a la grabación y nunca se editó el disco correspondiente. De manera que aunque sí se grabaron las canciones colombianas, nunca salieron al mercado y tampoco están en las listas oficiales de grabación”.
La Señora Muerte, a veces tan caprichosa, se llevó a los tres, en Méjico, en el mismo orden en el que hacían las voces: Avilés viajó primero, en junio del 86; le siguió Navarro, en diciembre del 93 y finalmente partió Gil, en septiembre del 99.
Se agota el espacio y en vez de enumerar los títulos de los boleros de estos tres genios que sus seguidores se saben de memoria, traemos una corta relación de sus creaciones picantísimas que atesoramos muchos coleccionistas: “El tigre rasurado”, “El burro socarrón”, “La pulga”, “Pelea de gallos”, “Gendarme 777”, “Pela’os estos”, “La bamba”, “Soy ranchero”, “Borracho enamorado” y “Loco”.
La apostilla: El irrepetible trío pasaba, a veces, del bolero romántico a la canción jocosa. En su “Compadre Pancho” cuenta la risible historia de un mejicano al que una viuda lo abandonó con el cuento, según el cual, “fue que su marido resucitó…”.
En “Hey, amigo” se produce de entrada este diálogo entre Chucho Navarro y Alfredo Gil:
Hey, amigo, saludaste a mi mujer allá, en mi pueblo?
“Sí señor, la saludé, la saludé”.
“¿Y cómo está?
Está muy buena señor, está muy buena.