El mayor espectáculo deportivo del mundo ya comenzó
Vanderlei Cordeiro de Lima, exmaratonista ganador de bronce en los Juegos Olímpicos Atenas 2004, fue el encargado de encender el Pebetero
La cultura, la música, y la naturaleza de Brasil quedaron expuestas en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos 2016, tal vez, una de las mejores Ceremonias de Apertura de la historia. Rio 2016 deslumbró con las bellezas naturales del país, la evolución del continente y una muestra acabada de efectos especiales que iluminaron el cielo de Río de Janeiro.
El mítico estadio Maracaná fue testigo del espectáculo montado magistralmente para que Rio 2016 le dijera presente al mundo con una espectacular y colorida Ceremonia Inaugural que arrancó con la muestra de una vista aérea de la Ciudad Maravillosa. Iluminado y exultante, el Cristo Redentor, vestido para la ocasión, dio la ilusión óptica de estar observando las playas y los morros de la ciudad mientras “Aquele Abraco” del popular Gilberto Gil fue interpretado por Luiz Melodia antes de una lluvia de fuegos artificiales que iluminaron el estadio.
El acto protocolar continuó con el Himno de Brasil, que fue entonado por Paulinho da Viola con el público acompañando sus estrofas con emoción desde las pobladas tribunas.
El show musical se inició con la presencia de cientos de bailarines junto a una colorida cortina de cintas y la proyección del mar, la selva y los bosques del extenso territorio de Brasil que marcó el nacimiento de la vida.
El estadio estalló en un grito cuando la modelo brasileña Gisele Bundchen desfiló interpretando a “Garota da Ipanema” de Tom Jobin e interpretada por Paulinho da Viola.
El ingreso de Gisele, de 36 años, despertó el delirio y la admiración del público mientras la modelo desfiló hacia la imagen de Jobim, padre de la bossa nova, seguida por un reflector que impactaba sobre su brillante vestido abierto en la parte delantera.
Después de la exuberante Gisele, fue el turno de los malabaristas, quienes en una de las cabeceras del estadio armaron con cubos blancos el nacimiento del Brasil contemporáneo, antes de dar comienzo a la tradicional música del Samba, el “pasinho” y el funk nacido en las entrañas de las favelas, que dieron rienda suelta a las manifestaciones de alegría y emoción del público que cantó y bailó “País tropical”.
Acto seguido apareció una réplica del avión 14-bis diseñado por Santos Dumont y que según cuenta la historia del país fue el primero en surcar los cielos de Brasil.
Un alto en la muestra musical y después de que un niño dejó una planta en el centro del campo, la ceremonia dio paso al desfile de las delegaciones de todos los países que suman un total de 11.000 atletas y que serán los verdaderos protagonistas de los Juegos Olímpicos de Rio 2016.
La primera delegación en desfilar fue la de Grecia, y el resto continuó en orden alfabético hasta que nuevamente volvieron los gritos y la algarabía con el ingreso de la festiva delegación de Brasil.
Luego del segundo lanzamiento de fuegos artificiales Carlos Nuzman, presidente del Comité de Rio 2016 dio su discurso destacando que “Brasil da la bienvenida a todos con los brazos abiertos. Soy el hombre más orgulloso del mundo”, dijo Nuzman.
La ceremonia de apertura de los Juegos de Río de Janeiro, los primeros de la historia en Sudamérica, comenzó este viernes en el mítico estadio de Maracaná.
Brasil espera que esta gran fiesta del deporte permita hacer olvidar por unas horas la crisis política y económica que azota el país.
La fiesta inició con la presentación del presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y luego el cantante popular Gilberto Gil y Paulinho Da Viola entonaron el himno brasileño.
La Ceremonia arrancó poniendo en valor la capacidad de los brasileños de hacer algo de la nada, la belleza del arte brasileño y su nuevo talante para proteger al planeta y a los que habitamos en él. La forma del escenario recuerda a las icónicas siluetas que creó Burle Max en el paseo de Copacabana.
La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Rio-2016, los primeros en Sudamérica, alcanzaba en el mítico estadio Maracaná sus puntos más altos con la música de Gilberto Gil, el arte típico brasileño y una afirmación del ecologismo.
Sin excentricidades ni lujos, los fuegos artificiales y la tecnología dieron paso a la imaginación, la música y la vasta cultura popular brasileña, cuando el gigante sudamericano vive una crisis económica y política sin precedentes.
Prevista su presentación en el programa inicial junto al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, al final no sonó el nombre del presidente interino de Brasil, Michel Temer, quien apenas cosecha un nivel de aceptación del 22%.
Con la mitad de los brasileños en contra de los Juegos, según una encuesta de Datafolha, solo 37 representantes extranjeros, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y los presidentes francés y argentino, François Hollande y Mauricio Macri, quisieron acompañarle, la mitad que en Pekín-2008 (80) y Londres-2012 (70).
Unos 500 manifestantes, con carteles como «Juegos de la exclusión» o «Estado asesino», se acercaron en la tarde a 1.400 metros del estadio, y al final de la protesta fueron dispersados por la policía con gas pimienta y bombas de estruendo.
La presidenta suspendida, Dilma Rousseff, decidió no aceptar la invitación para asistir a la ceremonia porque no quería ser la «Cenicienta» de los Juegos.
«¡Terrícolas, reforestemos, salvemos el planeta!», rezaban los creadores en su mensaje olímpico, lleno de referencias al cuidado y la protección del medioambiente.
Se apagaron las luces y «Aquele Abraço», del inigualable Gilberto Gil, interpretada por el compositor Luiz Melodia, estrujó las almas de los espectadores en un escenario histórico. Si la Amazonia es el pulmón de Brasil, el Maracaná es el latido de sus corazones.
La canción de Gil, símbolo de la lucha contra la dictadura militar en Brasil (1964-85), acompañó el vídeo de introducción, en el que varias panorámicas mostraban cómo el deporte está integrado en el estilo de vida de Rio.
De la música al arte. De las leyendas de las partituras a los genios de la geometría, como Athos Bulcao. Por momentos, las ondas de Copacabana se trasladaron al estadio y el símbolo de la paz presidió el escenario, inspirado en las formas y curvas de Oscar Niemeyer, el maestro brasileño de la arquitectura moderna. Ecología, arte y pacifismo.
Y entre figuras y melodías llegó uno de los momentos de la noche. Temer, quien debía ser presentado junto a Bach, según el programa oficial, decidió quedarse en un segundo plano.
Instantes después, Paulinho da Viola, uno de los máximos exponentes de la música popular brasileña y el más destacado representante de la Escuela de Samba de Portela, entonó el himno nacional.
Diez estrellas del país, entre ellos el voleibolista Nalbert Bitencourt, oro en Atenas 2004, y cincuenta jóvenes promesas, pasearon mientras con la bandera nacional. Pasado y futuro.
Gisele Bündchen, ‘La Garota de Ipanema’
Retrocediendo en el tiempo, el espectáculo se centró en el nacimiento de la vida, con especial énfasis en la Amazonia, el mayor espacio verde del planeta.
El nacimiento de la humanidad y la cultura brasileña en un país hecho de inmigrantes de cada rincón del mundo, con una gran habilidad para absorber culturas e integrarlas en la suya, formando una mezcla perfecta.
La selva como ejemplo máximo de la vida… pero el país es mucho más. Edificios y ciudades cosmopolitas dentro del Maracaná. Elementos antagónicos y encadenados por la geometría.
Y en Brasil no hay fiesta sin «La Garota de Ipanema», representada por una espectacular Gisele Bündchen, que desfiló prácticamente a oscuras hacia la imagen de Tom Jobim, padre de la bossa nova. Cuando se hizo la luz, su nieto, Daniel, apareció tocando tan representativa canción.
Gisele abandonó el campo dejando un rastro que se convertía poco a poco en varios de los trabajos más icónicos de Niemeyer, como la pequeña iglesia de Pampulha, la Casa das Canoas, el Museo Oscar Niemeyer y la Catedral de Brasilia.
El árbol de la vida
La ceremonia optó por romper esquemas y hacer de sus señas de identidad su arma más poderosa. Sin los medios económicos de Londres o Pekín, Rio optó por trasladar el Carnaval al Maracaná. Decidió cantar y bailar para entretener al mundo. No en vano, es la mejor haciendo fiestas al aire libre.
Pero celebrar no era suficiente. La organización quería transmitir un mensaje imperecedero. «Podemos contar con las herramientas que nos brinda la naturaleza para solucionar los problemas que hemos generado en el mundo», afirmaban los creadores en el programa oficial.
Dicho y hecho. Cada atleta plantó una semilla de un árbol nativo de Brasil, el país del mundo con la mayor diversidad de árboles del mundo.
Las 11.000 semillas conformarán El Bosque de los Atletas, en Deodoro, un legado para la ciudad de Rio de Janeiro. Un total de 207 especies diferentes (205 países, delegación de atletas independientes y la delegación de refugiados), una para equipo participante.
Grecia, como es habitual, abrió el desfile y, como también es costumbre en Brasil, Argentina se llevó la silbatina de la velada.
Athos Bulcão
250 piezas de papel metalizado, manejadas por casi 1000 figurantes, realizaron formas geométricas espectaculares. El diseño fue creado por el artista Athos Bulcão. Nacido en Río, es uno de los colaboradores del arquitecto Oscar Niemeyer en Brasilia, donde ayudó a crear sus mundialmente conocidos patrones geométricos.
Paz y ecología
Uno de los grandes mensajes de esta Ceremonia fue la ecología, y este ha sido el primer símbolo de ella. El símbolo de la paz giró 180 grados para convertirse en el que será el icono de la ecología, y que fue creado por el dibujante Ziraldo en 1988.
Izado de la bandera
14 agentes de la Policía Ambiental de Río de Janeiro portaron la bandera Olímpica, que desfiló bajo la atenta mirada del Presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach.
Himno Nacional
Paulinho da Viola, el legendario sambista de Río de Janeiro, interpretó el Himno Nacional brasileño acompañado de su guitarra acústica. Da Vila es uno de los mayores exponentes de la música brasileña, y un conocido compositor de samba y coros.