Acuerdo, Paz y Participación
Por: Carlos Alberto Baena López
Pocas cosas suelen cambiar la historia de un país radicalmente. La firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC, es una de ellas. Si en el pasado Colombia se inscribió en las páginas de la humanidad como la nación con el conflicto armado más persistente por lo extenso de su duración, hoy ha pasado esa página, para mirar con nuevos ojos un futuro que es prometedor.
Concluyeron 4 años de conversaciones, que arrojaron como resultado, -retomando las palabras de algunos de quienes estuvieron sentados en la mesa-, el mejor Acuerdo posible. Naturalmente, habrá detalles que para algunos resulten insuficientes; no faltarán quienes argumenten que pudo ser mejor; pero como tantas cosas en la vida, aunque existan opiniones divididas, nadie podrá objetar que el país, y, por ende, todos los que vivimos y construimos patria en él, y en pos de él, estaremos mejor sin la presencia de la confrontación que ha cesado.
Por otra parte, no es menos validero que la Paz, en su auténtico significado, posee un origen diferente al que puede derivarse de la firma sobre un documento. Como ya hemos dicho constantemente, la Paz tiene que surgir desde el corazón de cada persona, para que la proyecte en sus palabras, en su actuar diario e incluso, en su modo de pensar. También destacamos que darle la importancia que merece al Hecho Religioso, es clave para la construcción de la Paz y será de primerísima ayuda para consolidar entre todos, ese derecho colectivo.
Sin embargo, desactivar el conflicto; desarticular el mecanismo armado en la búsqueda de soluciones impuestas y violentas; y caminar formalmente hacia una institucionalidad reformada, sin duda más acorde con la realidad cotidiana; es algo que vendrá a favor de todos, sin excepción.
Ahora, estamos a puertas del siguiente paso: El próximo domingo 2 de octubre de 2016, el pueblo ha sido convocado a las urnas para que exprese su parecer, con respecto a lo acordado. Estamos seguros que esta vez, el abstencionismo no es una opción. Por el contrario, entre todos debemos hacer que la Participación Ciudadana sea la auténtica ganadora en el Plebiscito.
Independientemente de lo que cada uno quiera expresar ese día: Sea Sí o sea No; la consigna es asistir masivamente; opinar, dar a conocer el pensamiento en esta cita histórica, a la cual todos hemos sido convocados. Y nosotros votaremos por el SÍ.