Los buenos y los malos
Por Esteban Jaramillo Osorio.
Mimetizan estos días de selección los nubarrones del fútbol, propiciados por las disputas de dirigentes que abrieron líneas de ataque semanas atrás, con el billete como elemento disociador. La plata desune. Lo que se veía como una organización armónica en su interior, la Dimayor, ha pasado a ser un centro de disputas, con lenguaje agitado, provocaciones y amenazas.
Se habla de distribución de dinero, pisando fuerte los callos de los equipos con inferior presupuesto, muchos sin capacidad de gestión y en zona confortable sin ambiciones. También de auditorias, de descensos sin promedio, de renegociación de concesiones en Tv, como si los contratos firmados sospecharan visos de nulidad o de corrupción, algo que aunque investigado, no se ha podido demostrar. De manchas del pasado, rescatando hechos funestos de otras épocas, de otros patrones.
Con los trapos al sol, la efervescente actualidad y los discursos dobles, se duda si lo que se busca es potenciar el espectáculo o satisfacer intereses y vanidades personales. No hay duda de que han surgido opiniones con pensamiento nuevo en el fútbol, tanto en grandes como en chicos. Que el juego ha fortalecido su imagen internacional, con los clubes en las copas y con la selección. Que la trasferencia de jugadores al exterior, ha montado un fecundo mercado del que nos podemos enorgullecer. Que los organismos internacionales nos ven con simpatía, con la presencia de Infantino, carismático presidente de FIFA, como garantía de lo afirmado.
No deben, los dirigentes, malograr la situación actual, para ir al rescate del mejor espectáculo, sin posturas irreconciliables, con el dialogo como herramienta, con respeto a la soberanía de mando que ellos mismos inculcan, sin hacerle zigzag a los reglamentos establecidos promoviendo ascensos o descensos caprichosos o interesados; con la monitoría a los árbitros para buscar lealtad, con justicia para todos en los campos de juego y en los tribunales, y con preparación adecuada de entrenadores con capacitación. Con el aprovechamiento de los recursos obtenidos, para fortalecer el espectáculo en su interior. Con la incorporación de la tecnología para disipar dudas y la exigencia de un estricto control al doping por parte de Coldeportes, encargado de ejecutarlo.
No es solo el billete. Es el lenguaje. Son las ideas reales. Es la conciliación de propósitos. Es la necesidad de sesionar con inteligencia, sin posturas absurdas. Que mal le hacen al futbol los vedetismos de dirigentes, el caos como solución, o las amenazas de retiro de los clubes de los campeonatos, algo tan absurdo planteado desde los medios, como medida de choque sin sustento reglamentario.
El futbol bajo sospecha, con líneas investigativas de por medio, que afectan su imagen, sin respeto a la lealtad gremial. El fútbol otra vez entre goles y escándalos.