Colombia debe seguir avanzando en la prevención ante los sismos
Por: Carlos Alberto Baena López
@Baena
Diferentes expertos en la materia han advertido reiteradamente que Colombia podría estar mejor preparada para enfrentar los efectos de un sismo de gran magnitud.
Lo ocurrido décadas atrás, luego de los movimientos telúricos de Popayán o el Eje Cafetero, es en parte resultado de una condición natural de nuestra geografía, ubicada sobre lo que los geólogos llaman Cinturón de Fuego del Pacífico.
Sin embargo, también es consecuencia del nivel de preparación interinstitucional logrado al momento de presentarse uno de estos fenómenos, un esfuerzo que compete tanto al sector público como al privado.
Al respecto, se debe resaltar que las normas sísmicas en Colombia establecen parámetros diferenciales, según el nivel de amenaza en cada territorio del país, los cuales deben seguir todos los constructores.
En este sentido, es imperativo evitar la aparición de proyectos urbanísticos que vayan en contravía del Código Colombiano de Construcciones Sismo Resistentes, el cual data de 1983 y ha sido actualizado varias veces.
También son oportunas las voces de precaución que solicitan reparar o reemplazar edificios estatales que presentan falencias estructurales, antes de que se vengan abajo aún sin necesidad de un movimiento sísmico.
Muchas construcciones en Colombia, levantadas antes o después de la reglamentación oficial, son de carácter informal y no están acondicionadas para enfrentar sismos de gran magnitud, pues no tuvieron en cuenta el código, el ordenamiento territorial, las características del suelo, o el tipo de estructura más acorde al uso final.
De modo que los avances tecnológicos tanto en estudios geológicos y sísmicos, como en construcción e infraestructura, deben avanzar a la par con la gobernabilidad mediante una articulación de todos los actores involucrados al Sistema Nacional para la Atención y Prevención de Desastres SNAPD, cuya Dirección de Gestión del Riesgo ha estado a cargo del Ministerio del Interior.
La consigna debe ser entonces seguir avanzando de la reacción a la prevención, garantizando la debida diligencia para preparar a Colombia ante la eventualidad de un terremoto.