miércoles julio 17 de 2024

No Impuestos a Las Gaseosas

Horacio Serpa U

 Por Horacio Serpa

 Sobre la reforma tributaria asegura el famoso economista Mauricio Cabrera: “se puede decir que en general tiene un claro sesgo en favor del sector empresarial y en contra de los estratos medios que será necesario corregir”. Agrega que quienes quieran evitar impuestos a un sector específico deben asumir el costo de proponer otros gravámenes que equilibren la propuesta gubernamental.

Me parece correcto, pero primero que todos es el gobierno el que debe hacerlo, pues es su responsabilidad. Cuando se habló en el Congreso de “reforma estructural” quedó claro que era para mejorar el Estatuto Tributario, para hacerlo más simple, para poner a pagar a los que toca, para sincerarlo en lenguaje de los expertos. No para aumentar el IVA y gravar a pobres y clase media. Si se hubiera dicho eso el Congreso no habría aprobado la creación de la Comisión de Expertos.

Por consiguiente, es válido no aprobar IVA que afecte a las clases media y necesitada. ¿Cómo compensar? El Partido Liberal siempre ha dicho que deben revisarse tantas exenciones, deducciones, bonificaciones y subsidios innecesarios o que constituyen un privilegio injustificado, pero de verdad. También hemos reclamado enérgica y eficaz lucha contra la evasión y la elusión. Ayuda el impuesto al lujo, a los capitales improductivos, a los dividendos como en todas partes, a las ganancias ocasionales exageradas o injustificadas. Austeridad es buena palabra. Pero poner a declarar y a pagar a los que ganan dos millones de pesos como si eso fuera una fortuna, es un atropello.

Creo que lo es también el impuesto a las bebidas azucaradas. No estoy contra los argumentos científicos y médicos, pero debemos poner los pies en la tierra: en nuestro país los que consumen estas bebidas son los pobres, especialmente. Los tenderos y los ambulantes en los peajes, por ejemplo, venden gaseosas para comer.

Por experiencia propia, muchas veces almorcé o comí con gaseosa, una mestiza y queso campesino del envuelto en hojas de plátano. Nunca supe si me hizo daño, pero era delicioso y quitaba el hambre.

Para la Confederación Unitaria de Trabajadores —CUT—, “las bebidas gaseosas constituyen parte de la dieta de los estratos 1,2 y 3, siendo consumidas por amplios núcleos de trabajadores que no pueden, de acuerdo con sus salarios, alcanzar mejores rangos alimenticios”. En el respectivo comunicado agregaron: “Condenemos el impuesto a las bebidas azucaradas y destinemos nuestros esfuerzos en la lucha contra el despojo tributario general”.

Para poder llegar a la propuesta del Ministerio de Hacienda nos hace falta mejorar los ingresos de los trabajadores y empleados, y mejorar la educación sobre costumbres alimenticias. Todavía tenemos analfabetas y miles de jóvenes sin bachillerato, junto a millones de desocupados. ¿Para qué tratar de imponer a la fuerza medidas que hasta ahora se intentan en los países desarrollados?

Vuelvo a recordar a los encargados de los impuestos la historia de la “Revolución de los Comuneros”. Con tantos gravámenes al pueblo estamos a punto de que se reviente el caucho.

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