En el drama hay fiesta
Por Esteban Jaramillo Osorio
En la cancha estuvo el rey de copas… El campeón de la solidaridad. No estuvo Millonarios porque su técnico traicionó dogmas y discursos. Siempre habló de fútbol ofensivo y terminó arruinando las ilusiones de los aficionados con defensa atrincherada a metros del portero, corajuda pero debilitada al final, ante la insistencia atacante de su rival.
Nacional con solidez en sus líneas, superioridad en la nómina, voracidad en sus planes y números irrebatibles en porcentaje de posesión y en criterios ofensivos. De allí la goleada.
Diego Cocca quiso imponer su estilo con jugadores inapropiados. Lo que deseaba, sin comprender lo que tenía. No supo consolidar la diferencia en el primer partido de la serie, cuando su oponente jugaba con equipo alternativo. A lo largo del torneo fue vacilante para establecer una línea titular tipo, con desconfianza plena en sus jugadores. Era sentido común: llegarle al futbolista, exprimirlo al máximo y potenciar el rendimiento colectivo. Siempre estuvo lleno de dudas para concluir la faena apoyado en el sacrificio grupal y no en sus convicciones.
Nacional viaja a Japón el jueves, al torneo de clubes campeones, allí lo esperan cotizados rivales y las retinas admiradas del mundo futbolístico, por su calidad en el juego y sus gestos de grandeza, que le merecen los abrazos de todos. Deja, con su larga travesía, un hueco grande en el desarrollo final del campeonato local, en el que siempre ha sido favorito y protagonista.
A propósito propósito de la tragedia de Chapecoense que toco a la puerta de Nacional, el abismo tiene también sus momentos dulces, como aquellos en los cuales los futbolistas y los aficionados expresaron, entre llantos, sus condolencias de diferentes maneras, llenas de originalidad y sentimientos. Que lindo que es el fútbol. Que solidaridad frente al oponente devastado.