«Así murió mi hija inducida por La ballena azul»
Dos días atrás del suicidio, Andrea* cambió. Pasaba horas en silencio, nada la conformaba y no le apetecía mayor cosa. ¿Qué te pasa?, le preguntaban sus padres. “Nada”, respondía. Carmen*- madre de la víctima del macabro juego de “La ballena azul’ en Colombia-, quien no calculó la magnitud de lo ocurrido hasta el martes pasado cuando ingresó hasta el cuarto de la pequeña y la encontró muerta. Se había quitado la vida.
Su brazo izquierdo estaba inflamado, demasiado chuzado por una agujaque fue encontrada en la escena de la muerte. La figura de las heridas- según relató la mujer- era como un animal, “seguramente una ballena, pero no estaba bien hecha. Tenía como ondas marcadas en su brazo. Estoy segura de que eso tenía un significado”, recuerda la mujer.
Carmen- una semana después, devolvió el casete y encontró coincidencias entre la muerte de su hija y las características de los suicidas en Rusia, en México, inducidos por “La ballena azul”.
Tres días atrás de la muerte, recuerda, su hija le insistió en la misma pregunta: “Mami, ¿las ballenas azules existen?”. El interrogante parecía normal durante una semana en que en Colombia no se hablaba del juego (hoy le llaman práctica) en internet, que desde Facebook y Twitter incita al suicidio a jóvenes del mundo.
“En tres ocasiones me hizo la misma pregunta. Lo que pensaba como madre era que tenía curiosidad y quería saber. Y le respondía: sí existen hija, son muy pocas y están en vía de extinción”. La pequeña se quedaba pensando en silencio, cogía sus manos y se marchaba.
“Mamá, ¿seré capaz de comerme 30 huevos crudos? ¡Uy no!”, preguntó la niña en una segunda oportunidad. “Le respondía que no, que era asqueroso”.
La madre no calculó lo que venía después. Menos, que su hija de 13 años utilizara su teléfono celular, ingresara a Facebook y estuviera conectada con un ser desconocido que ‘lavaba’ su cerebro y le exigía que ejecutara órdenes.
El domingo pasado, la madre se sorprendió al observar su teléfono celular. En el archivo de imágenes encontró una imagen macabra: una foto enumeraba los pasos para ahorcarse. “Le pregunté muchas veces, no respondió y borró la fotografía”.
Minutos después, otra señal advertía lo que vendría. “Me pidió que le comprara una soga, me dijo que el profesor de educación física del colegio se las había pedido. Imagínese cómo esa gente de esa red le lavó el cerebro y la indujo a planear su propia muerte. ¡Esto es horrible”, relata la mujer, quien solo después de la muerte entendió los mensajes,porque su hija no emitía un comportamiento distinto, excepto los últimos dos días. Y de “La ballena azul’ nadie siquiera balbuceaba en Colombia.
Hoy esta mujer, quien recientemente sepultó a su pequeña, cree que así hubiera conocido sobre “el juego” y hubiera acudido a la Policía, “me hubieran dicho que no era su competencia, que la llevara al psicólogo”.
Lamenta no haber conocido sobre “La ballena azul” y pide a los padres de familia del país que se informen, que sepan responder ante las preguntas de sus hijos, que les enseñen a quererse, a entender que hay mucha gente buena, también mala, dispuesta a hacer daño.
Esta red, concluye la mujer, no dejó que su hija se saliera. La amenazaron. Le anunciaron que si emigraba la asesinaban junto a su familia. La niña de 13 años creyó y murió. La Fiscalía investiga el caso. La madre comprendió la magnitud de la tragedia después de ocurrida. «Ningún niño más debe vivir lo que le tocó a mi hija«, concluye.
(*Nombre cambiado por solicitud del entrevistado)