Puertos e inseguridad Es necesario fortalecer las acciones de inteligencia e investigación criminal.
Por: Hugo Acero Velásquez
Aunque parece una frase contradictoria, el desarrollo puede afectar de manera negativa la seguridad de los ciudadanos. Esto podría estar pasando en Barranquilla y Cartagena, donde su desarrollo, especialmente portuario, tiene que ver con el incremento de los problemas de violencia y delincuencia en esas ciudades.
Los puertos, además de ser polos de desarrollo para la economía formal local, territorial y nacional, también son mafias que, no obstante los controles extremos de seguridad, logran entrar y sacar mercancías de contrabando (industrial y natural) y productos del narcotráfico, negocios ilegales que tienen la capacidad de corromper a los funcionarios del Estado encargados de vigilar y controlar, crean estructuras paralelas de administración y operación y tienen presencia activa, especialmente en los barrios circunvecinos de los puertos, como es el caso de Buenaventura, donde es conocido el poder de los grupos criminales en torno al puerto, que no solo se dedican a estas actividades ilegales, sino que presionan y extorsionan a importadores y exportadores legales.
Como en Buenaventura, el aumento de los homicidios por sicariato en los últimos años en Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, en gran medida, tiene que ver con estas actividades ilegales. En el caso de Cartagena, la ciudad pasó de una tasa de 18,5 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2008 a 29 en 2015; Barranquilla, que pasó de 29 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2008 a 35,5 en 2015; y Santa Marta, que en los últimos tres años logró disminuir este delito, pasó de una tasa de 37 en 2008 a 52 en 2012 y cayó a 17 en 2015.
Los puertos, además de ser polos de desarrollo para la economía formal local, territorial y nacional, también son mafias.
Estas actividades ilegales, especialmente el narcotráfico, requieren de cierto control territorial de los grupos criminales para garantizar el ingreso y la exportación de contrabando y drogas a través de los puertos o para “contaminar” con drogas los barcos en la salida a mar abierto, como es el caso de tramo del río Magdalena en el puerto de Barranquilla.
Para esto, distintas organizaciones criminales están cooptando grupos de jóvenes de bandas y pandillas de estas ciudades, a través del microtráfico, con pequeñas cantidades de drogas que dejan para el consumo interno, que ha venido creciendo, como lo demuestra la investigación del Departamento Nacional de Planeación sobre los impactos económicos y sociales del narcomenudeo en Colombia y la última encuesta nacional de consumo de drogas de los ministerios de Salud y Justicia. Algunas pandillas involucradas con estos grupos se enfrentan con armas de fuego, arreglan sus problemas mediante el sicariato y realizan otras actividades criminales, especialmente hurtos y extorsión.
Frente al crimen organizado es necesario, además de reconocer su existencia, fortalecer las acciones de inteligencia e investigación criminal.
Para esto hay que crear grupos de trabajo en cada ciudad, compuestos por la Policía, Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía (CTI), las unidades de inteligencia de las Fuerzas Militares presentes en el territorio y fiscales ‘antibacrim’, quienes dirigirán las investigaciones. Esto permitirá mejorar la información sobre el crimen organizado en cada ciudad, combatirlo y contar con mayores elementos probatorios para poner a sus miembros a disposición de la justicia. Este trabajo, seguramente, superará los límites de cada ciudad y en algunos momentos habrá que compartir información entre grupos de trabajo para tener mayor efectividad, porque los que sí están organizados y trabajan en equipo en el país son las organizaciones criminales.
¿Qué pasó con el polígrafo que prometió el Ministro de Hacienda? Esto ayudaría a solucionar este grave problema.