martes noviembre 19 de 2024

Enseñanzas en medio de un tejido social y artesanal

Con ímpetu, cinco mujeres huitoto, de diferentes edades, le dieron a la Feria Internacional del Libro de Bogotá un toque ancestral, que contrastó con la literatura y la cultura actual. Todas ellas se reunieron en la FILBo por una misma motivación: enseñar al resto del país lo que su tradición tiene en artesanías y cultura.

Llegaron puntuales al evento, sacaron los materiales con los que trabajan: telares pequeños, agujas “de pelo”, hilos y cuentas plásticas de muchos colores y empezaron a elaborar diferentes accesorios, como: pulseras, collares y todo lo que la cantidad de material les permitió. El público, lleno de curiosidad y expectativa, se acercó para aprender cómo se hace cada una de estas piezas, de dónde vienen, quién les enseñó; interrogantes que con mucha amabilidad y paciencia ellas respondieron mientras elaboraron su tejido artesanal.

Se centraron en dos técnicas. “A mano alzada”, como llaman a una de ellas, en la que solo utilizaron la larga aguja, hilo y una cantidad desbordante de chaquiras de varios colores. El primer paso consistió en hacer una “flor”, para ello, iniciaron con tres cuentas, luego cuatro, seguido de una vuelta algo confusa, para quien desconoce el tema. Continuaron mientras la cantidad del material fue aumentando poco a poco. “El tamaño resultante de la figura inicial depende de quién la elabora”, explicaron. La duración de este proceso, al igual que el tamaño de las decoraciones, depende de la complejidad. Dijeron que entre uno y tres días es el tiempo promedio para hacer un collar grande.

La segunda técnica, considerada más común, se elaboró a partir de un pequeño telar. Para ellas, hacer una pulsera en un telar; es cosa de máximo dos días, así como dos horas mínimo. Diseños geométricos simples, flores de colores, de seis cuentas, de quince cuentas de grosor, varios son los factores que afectan la duración de la elaboración de una de estas pulseras.

¿Cómo aprendieron?, es una de las preguntas más comunes. A lo que ellas respondieron amablemente: Es bastante simple, es una técnica que viene de hace muchos años; tantos que ellas mismas no están seguras de cuántos exactamente.

Ellas aprendieron de sus madres y abuelas, pasando este conocimiento de una generación a otra. Contaron que durante muchos años fue una labor únicamente para mujeres, pero que con el paso del tiempo, los hombres también han logrado integrarse a la labor artesanal.

¿Y qué hacer en una feria como esta, en la cual tantas personas quieren participar y utilizar muchísimo material? Ellas, con dos actitudes muy importantes, responden a la pregunta: recursividad y paciencia. Dicen que si faltan chaquiras grandes para hacer los cierres de sus piezas, pues se elaboran ya cerradas; que si no hay cierto color se utiliza otro y se inventa un concepto nuevo en el producto, que toma tiempo y es algo de lo que se debe aprender. Es una lección que estas mujeres, además de la joyería artesanal, traen a la FILBo.

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