jueves julio 18 de 2024

No al alejandrismo

02 mayo, 2017 Opinión, Política, Salud

 Por Augusto León Restrepo

Me había hecho el propósito de no sentarme frente al computador en el transcurso de este puente en el que el Día del Trabajo se celebra sin trabajar y es día de fiesta en todo el planeta mundo, pero esto que trato de escribir me mandó como un resorte a enfrentarme a la pantalla en blanco. Resulta que el muy buen funcionario público, el Ministro de Salud Alejandro Gaviria, en un reportaje dijo textualmente que “Yo soy ateo, respetuoso. Soy producto de lo que he leído, de lo que he vivido, la forma como concibo el mundo, pero me gusta la espiritualidad. Pienso que es importante para los humanos tener el sentido de la trascendencia”, y al instante, un ex funcionario público quien fue Procurador General de la Nación, de nombre también Alejandro, pero de apellido Ordóñez , le metió un regaño de padre y señor mío por sus convicciones. Le ripostó que había salido del clóset al manifestarse ateo, que así queda claro el porqué este gobierno promueve la cultura de la muerte, que Colombia es un país creyente y que por eso no merece ministros ateos y que “el manual de “ateología” del ministro no debe seguir rigiendo la salud de los colombianos”. No sobra advertir que Ordóñez es un reconocido católico, ortodoxo, y que tiene una concepción lineal del mundo, tan respetable como la de los cristianos.. No sé si los ateos ateos son ortodoxos, pero los que conozco y trato son respetuosos de las creencias ajenas, no descalifican a los deístas ni son detractores por sí, de quienes practican la fe católica. Obvio que socializó con centenares de católicos para quienes los ateos son prójimos, y que tal vez lo mínimo que hacen, con compasión, es orar por su alma y su eterna salvación.

Este humilde columnista escribió en Eje 21 el 14 de abril, Viernes Santo -día en que el fallecimiento trágico del cantante vallenato Martín Elías Díaz desplazó las meditaciones por la muerte de Jesucristo y la Banana República de Colombia se conmovió en sus cimientos porque en Miami almorzaron el Presidente del Imperio, Donald Trump, y los ex Presidentes de la Banana, Pastrana y Uribe -un artículo en que pedía que no se revolviera el agua bendita con la mermelada, lo espiritual con lo temporal, lo religioso con lo político. Es que los recuerdos de mis años de infancia, vividos en un pueblo del occidente de Caldas, zona castigada con ferocidad por la violencia entre conservadores y liberales, señalados los unos como cristeros, camanduleros y asesinos y los otros como asesinos también pero comecuras, masones y ateos, con muertos y desplazados de ambos bandos, con familias rotas por los colores banderizos, me dejaron la convicción de que la mezcla de la religión y la política es tan letal y aún mas como la de la dinamita con el uranio. Puede resultar una bomba atómica.

Por eso me inquietó que opinadores diversos expusieran ante la opinión pública argumentos, unos a favor de la posición de Alejandro Gaviria y otros de la posición de Alejandro Ordóñez, ateo confeso el uno y católico ídem el otro, descalificándolos por sus relaciones con Dios, el uno al negar su existencia y el otro al sostenerla con ardentía. De Gaviria dedujeron su perversión y su maldad por ser ateo y del otro su confesionalismo inquisidor de savonarola santandereano por ser católico. Y como en Colombia estamos, ya hay quienes tomaron partido por cada uno y se predisponen para salir al circo a enfrentarse a sangre y fuego.

Pues a ese juego no le voy a apostar e invito a no hacerlo. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Yo insto a que nos enfrasquemos en  la política. Propongamos soluciones para lo de la vida terrena, con moral y con ética. Y dejemos la salvación en el mas allá al cada uno, al cada quien. Que enfrentemos con acerbía, sin tregua, insultándonos pero sin matarnos, hasta con odio si se quiere, en lo que somos duchos, las respuestas a las desigualdades, a la corrupción, a la impunidad, a la injusticia, a la violencia y a tantas y tantas  plagas que todos los días nos asuelan y dejemos quietos a los dioses en sus altares. Con uribistas y santistas, con taurinos y antitaurinos, con socialistas y neoliberales, con las barras bravas, Fernando Vallejo , María Fernanda Cabal y William Ospina tenemos suficiente dosis para desenfrenarnos. Por lo que Dios quiera, no le vamos agregar a esto alejandrismo: o Alejandro Gaviria o Alejandro Ordóñez. O ateos o católicos.

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