El triste atardecer del maestro Jaime Llano
Orlando Cadavid
Sin darse cuenta, este lunes, 5 de junio, arriba a sus 85 años de edad el maestro Jaime Llano González, figura cimera del pentagrama musical colombiano.
Nuestro registro lleva un triste crespón negro ya que no habrá celebración alguna puesto que el consumado mago de los teclados cumple un lustro en su lecho de enfermo y no reconoce a nadie, ni a sus seres más queridos que acuden a verlo a diario en su dramático confinamiento del Grupo de salud “Asia”, de Bogotá.
Tristemente, los médicos no dan ninguna posibilidad de recuperación del ilustre paciente que desde el 2012 está sumido en un invencible estado vegetativo absolutamente irreversible, conocido como el temible Alzheimer.
Quienes procuran visitarlo salen terriblemente impactados al advertir que el maestro Llano ya no es de este mundo. No queda nada del personaje con gran sentido del humor, amable, dicharachero y extrovertido, que conoció el país en su fecunda carrera artística, desarrollada siempre en favor de la música colombiana, a través de la radio, la televisión, el teatro y la discografía.
El cantante Víctor Hugo Ayala (su aliado en muchas jornadas artísticas por espacio de medio siglo) fue a visitarlo y lloró profundamente conmovido al notar que su amigo de siempre no lo reconoció en la clínica.
Su apesadumbrada esposa, doña Luz Aristizábal Barrientos; sus tres hijos (Jaime León, Luis Eduardo y María Elena) y sus seis nietos (Camilo, Mónica, Daniela, Catalina, Lorena y Lina) agradecen el apoyo que su querido padre y abuelo ha recibido en los cinco años que cumple esta dolorosa contingencia, de parte de Acinpro, la Asociación Colombiana de Intérpretes y Productores Fonográficos encargada de recaudar el derecho conexo de comunicación de la música fonograbada, utilizada en emisoras, canales de televisión y establecimientos comerciales.
El maestro Llano González nació en Titiribí, Antioquia, el 5 de junio de 1932, en el hogar formado por el pedagogo Luis Eduardo Llano Botero y la pianista Magdalena González Cadavid.
De sus magistrales arreglos musicales recibieron su acompañamiento al órgano, en los principales estudios fonográficos, cantantes tan famosos del catálogo nacional como Obdulio y Julián, Garzón y Collazos, el Dueto de Antaño, Carlos Julio Ramírez, Alberto Granados, Alberto Osorio, Lucho Ramírez y Víctor Hugo Ayala, Billy Bedoya, Carmiña Gallo y Berenice Chaves. Y formó dupletas admirables, al teclado, en los estudios de emisoras y sets de televisión, y de sellos grabadores, con colegas suyos como Oriol Rangel, los hermanos Manuel J. y Alejandro Bernal, Francisco Cristancho y Jorge Camargo. Grabó más de sesenta discos de larga duración. Sus antologías reposan en los anaqueles de miles de coleccionistas. El fue uno de los mejores discómanos. En su casa bogotana no cabe un álbum más.
La apostilla: El maestro Eucario Bermúdez Ramírez, quien lo convocó en la década del 60 a marcar un hito en la televisión con su aplaudido programa “Tierra Colombiana”, se queja con amargura del triste atardecer de una figura tan querida y destaca de la música terrígena y dice, lleno de pesadumbre, que la memoria de Jaime Llano González debe perdurar como uno de los más grandes de la patria.