Colombia, el país de los mensajes equivocados
Por: Javier Borda
Oímos que el ex fiscal anticorrupción de Colombia es corrupto y que el secretario de Seguridad de Medellín es peligroso. Que nos disculpen todos, pero tantos hechos contrarios justifican nuestra total desconfianza.
Al posesionarse como fiscal, Néstor Humberto Martínez dijo: “Más cárcel y menos gabelas para los corruptos”. Al final, sin embargo, pasa lo mismo, llegan anuncios que prometen justicia y luego los mensajes terminan convertidos en decepción.
La verdad es que uno no comprende qué es lo que pasa en este país en el que todo pasa. Todo el mundo reclama justicia, pero lo que oye es que cerca de 9.600 presos puedan quedar libres porque las autoridades no han sido capaces de determinar si son inocentes o violadores, homicidas y ladrones.
Los mensajes que recibimos son contrarios a los deseos de una sociedad que quiere ser mejor. El beneficio llega para el culpable, pero la inocente paga. Recuerde, por ejemplo, el llamado cartel del pañal. Las firmas Tecnoquímicas, Familia y Kimberly fijaron durante más de una década los precios de los pañales desechables para bebé… ¿y qué pasó? Bueno, debían pagar a la Superintendencia 209.000 millones de pesos, pero por “colaborar con la justicia” Kimberly vio reducida su sanción de 68.945 millones de pesos a cero. Y Familia, que debía pagar la misma suma, obtuvo una reducción del 50 % del valor de la multa, por su condición de segundo delator.
Hay muchos más casos así, desalentadores. Este es el país de los mensajes equivocados. Rodrigo Jaramillo, directivo y ladrón de Interbolsa, tiene casa por cárcel en una lujosa vivienda en Medellín. Miguel y Guido Nule viven igual. Ya están libres rateros como el exconcejal Hipólito Moreno, el exsenador Germán Olano e Inocencio Meléndez. Pasa en todas las dimensiones. Hay rebajas para los que no pagan impuestos y cosas que alimentan la desconfianza hacia las instituciones y dirigentes de este pueblo.
Es como si el sentido común no existiera. La Fiscalía hizo saber hace unos meses de una estrategia para desmantelar bandas criminales. ¿Cómo quería lograrlo? Les permitiría conservar el 3% del dinero obtenido con actividades ilegales si entregaban toda su fortuna a las autoridades, colaboraban con la justicia y se acogían a sentencia anticipada en procesos de extinción de dominio. El alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, en lugar de castigar los abusos de los taxistas, quería darles un incentivo económico de 500 pesos si disminuían un 20 % la accidentalidad. Gustavo Petro quería que no sacáramos el celular en la calle para que no nos lo robaran.
Así no se hace país. El castigo es necesario y ejemplarizante. Hay que presumir la inocencia, sí, pero no nuestra indecencia. La mitad de las personas condenadas en Colombia por delitos relacionados con corrupción no paga un solo día tras las rejas y el 25 por ciento recibe el beneficio de casa por cárcel, según cifras del Observatorio Anticorrupción de la Presidencia de la República.
Lo siento. Pero así no va a llegar ninguna paz. Y eso que no hablamos de la guerrilla, Odebrecth, Carlos Palacino y Saludcoop, Reficar y tantos más mensajes equivocados, mensajes injustos con todos aquellos que no robamos ni matamos.
@javieraborda #MensajesEquivocados