lunes noviembre 18 de 2024

EmPápate. LLEGA EL PAPA QUE HABLA CON LA VERDAD

 

Por Guillermo Romero Salamanca

Se equivocan quienes creen que el Papa Francisco no conoce a Colombia. Durante los dos últimos años ha hecho un pormenorizado análisis de cada una de las situaciones que atormentan al país: corrupción, politiquería, narcotráfico, violencia, desplazamiento, desesperación, derroche de recursos, persecuciones a los más débiles y así sucesivamente en cada uno de los puntos negativos.

Si bien es cierto tiene en su agenda temas como la vida, la reconciliación, el perdón, la tolerancia, el cuidado de la naturaleza, la vocación religiosa y los derechos humanos, en sus homilías y palabras en cada una de sus reuniones también tendrá palabras fuertes para quienes han hecho imposible una vida más cómoda para los colombianos.

Unos buscan un Pontífice complaciente, casi que libertario con ciertos temas, otros esperan que no les digan la verdad y unos más creerán que con su indiferencia no entenderán las razones que expondrá.

ÉL CONOCE TODA LA VERDAD

El Papa sabe quiénes y cómo se han robado el dinero de los niños en la Guajira, sabe cuántos han muerto de hambre, conoce los números de desplazamientos, de falsos positivos, de persecuciones a los indígenas, de los protagonismos de ciertos personajes, porque él ha escuchado y analizado cada uno de los duros pronunciamientos que ha hecho la Iglesia colombiana.

Los prelados nacionales no han sido convidados de piedra en muchas situaciones, han sido protagonistas y cuando han tenido que hablar con claridad, lo han hecho, sin miedo, sin ocultar las cosas.

El Papa comprende que el país ha estado en un conflicto de más de 50 años donde miles de personas han perdido sus vidas, otros han quedado heridos, se han gastado millones de pesos en armas y ha solicitado que es hora de terminar con ese derramamiento de sangre.

El 20 de septiembre del 2015 en La Habana, el Papa Francisco alentó a no cesar en el esfuerzo para lograr la paz y la reconciliación para la “querida tierra de Colombia”.

Antes del rezo del ángelus y ante miles de fieles presentes señalo: “En este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida tierra de Colombia, consciente de la importancia crucial del momento presente, en el que, con esfuerzo renovado  y movidos por la esperanza, sus hijos están buscando construir una sociedad en paz”, según informó la agencia Aciprensa.

Luego agregó: “La sangre vertida por miles de inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo, incluso en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación”.

FUERTE CONTRA EL TEMA DE LA CORRUPCIÓN

El 23 de octubre del 2014, en el Vaticano, en el discurso que dirigió a una delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal dijo que “La corrupción es en sí misma también un proceso de muerte: cuando la vida muere, hay corrupción”.

“El corrupto no puede aceptar la crítica, descalifica a quien la hace, busca disminuir cualquiera autoridad moral que pueda cuestionarlo, incluso ataca con insultos a todo el que piense diferente y si puede lo persigue”, denunció, según informó Aciprensa.

“El corrupto se cree un vencedor, se pavonea para menospreciar a los otros. El corrupto no conoce la hermandad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad”.

“El corrupto no percibe su corrupción. Es como el mal aliento: difícilmente quien lo tiene se da cuenta, son los otros quienes se percatan y deben decirlo. Por tal motivo, difícilmente el corrupto podrá salir de su estado a través de su conciencia. La corrupción es un mal más grande que el pecado. Más que ser perdonado, este mal debe ser curado”, expresó Francisco.

Serán 5 días de mucha información, más allá de los jardines, cantos, anécdotas, el Papa Francisco hablará claro y cada quien recibirá su mensaje, así lo quiera ocultar, sabrá que en su corazón le ha dicho la verdad. Son 120 horas de balance para el país, unos 7.200 minutos de claras lecciones pero también serán unos 432 mil segundos de misericordia.

Share Button