martes julio 16 de 2024

De refritos e insultos

 Por Augusto León Restrepo

El riesgo de incurrir en refritos, o sea el de escribir sobre temas que debieron ser comentados en su debida oportunidad pero no lo hicimos o que otros se nos adelantaron, es inevitable para quienes garrapatiamos palabras y más palabras con miras a verlas publicadas en algún medio de comunicación. Un ejemplo es el de que se nos ocurriera escribir hoy sobre los efectos de la pasada visita del Papa Francisco en el espíritu y la conducta de los colombianos, que parecen ya diluídos, cuando hay una serie de episodios actuales que deben acaparar nuestra atención.

El primero, que hay que celebrar la firma del cese bilateral del fuego suscrito por el Ejército de Liberación Nacional y el Estado colombiano que tendrá vigencia de 102 días. Comenzó el primero de octubre y cesará el 12 de enero del 2018. Y que esperamos que continúe en forma indefinida, para que de una vez por todas cesen los secuestros, no haya atentados contra las torres de energía y los oleoductos, no se recluten menores de edad para las filas subversivas y no se siembren mas minas quiebrapatas, armas inicuas que afectan en especial a la población civil que vive en las áreas de conflicto. Describir los beneficios que trae el acuerdo es superfluo, auncuando hay voces catastrófistas que sostienen que los ceses biilaterales de fuego favorecen es a los subversivos. Y que en defensa de formaletas ideológicas que están controvertidas por la realidad, mantienen posiciones como la de que que nada de diálogos, que la solución es la que se ha ensayado con ineficacia manifiesta: sangre y fuego contra los alzados en armas. Con aquellos, ¿será que no hay nada que hacer?. Son los mismos que celebran los tropiezos, grandes y pequeños de la implementación del proceso de los acuerdos de La Habana y se paran como aves agoreras en lo alto de las guaduas a pregonar: “Yo se lo había dicho: la tal Paz es pura paja”.

El segundo. Yo he sostenido con humildad republicana que los procesos de paz, aquí y en Cafarnaúm, son en un noventa y nueve por ciento de carácter político. Pero que como hay que concretarlos en un papel, pues hay que ajustarlos constitucional y legalmente a unas normas existentes, o a unas nuevas e imaginativas que se dicten, que dependan de los acontecimienros  fácticos de las sociedades, hasta donde sea posible, pero sin tener el alma aferrada a un inciso,  como lo dijo alguna vez Alzate Avendaño para referirse a nuestro secular santanderismo. Y que esas concreciones se deben dejar en manos de los abogados, como las de la política deben dejarse en manos de los políticos. La Paz, es de éstas últimas, reitero. Pero celebro que se hayan puesto de acuerdo sobre el funcionamiento y la reglamentación de la Jurisdicción Especial para la Paz, el Estado, la Fiscalía y las Farc y que la Corte Constitucional, en una decisión que tranquilizó a los duros guardianes de lo que llaman la Carta Magna, cuya columna vertebral debe ser dúctil  y no férrea, porque la sociedad no lo es, haya “blindado” (Hmmm) el proceso  para contentillo de quienes abogamos por una paz pragmática. Temas que serán recurrentes y a los que habrá que volver en extenso.

¡Ah!. Y lo del repelente y provocador Jesús Santrich y algunos miembros del Centro Democrático, me pareció civilizador. Tenía derecho el hoy ciudadano, con cédula de ciudadanía vigente y certificado de desmovilizado, Seusus Pausias Hernández Solarte, a pedir la palabra para participar en la audiencia pública convocada por la comisión primera de la H. Cámara de Representantes para discutir lo relacionado con las circunscripciones especiales de paz. Y derecho también el presidente de la comisión, Santiago Valencia , parlamentario uribista, hijo de Fabio Valencia Cossio, para negarse a darle la palabra al opinar que para poder hablar Seusus Pausias en ese recinto, debía haber pasado unos años en una cárcel. Prefirió retirarse con su compañero de bancada  Edward Rodríguez, quien imprecó al ex guerrillero como terrorista y asesino, a lo que le respondieron los simpatizantes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común- Farc- con los gritos de paraco y fascista. Hubo una pequeña zambra, pero ni un solo coscorrón siquiera. Ni mucho menos bala, como sucedió alguna vez en los sagrados salones del Congreso, balacera entre conservadores y liberales, en tiempos de bárbaras naciones. Me gusta que se insulten, pero que no se maten. Aplausos. Vamos bien. Pero se me olvidaba. En el 2004 los paramilitares Salvatore Mancuso y los caldenses Ramón Isaza y Ernesto Báez, se peroraron en el Congreso. Y ovación, casi que cerrada. Recuerda Sebastián Leal, en una columna del 1 de julio del 2016 en Las 2 Orillas que Alvaro Uribe Vélez dijo en esa misma tarde durante un foro: “Desde que haya buena fe para avanzar en un proceso no tengo objeción a que se les den estas pruebitas de democracia. Creo que se sienten mas cómodos hablando en el Congreso que en la acción violenta en la selva”. Vean pues. Uno no sabe ya ni que pensar.

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