Blanco y negro La asfixia de la tributaria
Por Gabriel Ortiz
Más de seis meses duró el país tratando de impedir que se aprobara una Reforma Tributaria antieconómica, antitécnica, retardataria y empobrecedora.
El ministro Cárdenas nos embobó con el cuento de que si ella no se aplicaba, los calificadores de riesgos nos bajarían la categoría y nuestra deuda externa se elevaría significativamente.
¿Y qué sucedió? Lo contrario de las apreciaciones del titular de la cartera de hacienda. Se aprobó la reforma y empiezan a conocerse las calificaciones. Por lo pronto, la del Banco Mundial –Doing Business- nos descendió del puesto 53 al 59, entre 190 países del orbe.
De inmediato Cárdenas y uno de sus viceministros, cuestionaron las cifras que viene utilizando desde hace años el Banco Mundial. No las toleran, no les sirven. Mucho menos admiten que se equivocaron, que se les fue la mano y que aumentaron la inequidad en Colombia.
Y como suele suceder para salvar pellejos, se acude a lo que está de moda: noticias falsas “fake news” y posverdad, que los principales medios de comunicación del país, analizaron en el foro del miércoles, como el “gran reto del periodismo actual”.
Ese gran reto se quiso aplicar a la medición del Banco Mundial. Apresuradamente se afirmó que la reciente Reforma Tributaria, no fue tomada en cuenta. El objetivo era sembrarnos la esperanza de que el próximo estudio nos colocará en lugar privilegiado.
No tapemos el sol con las manos. El país está sufriendo los efectos funestos de una apresurada y fallida Reforma Tributaria, que frenó las proyecciones de un crecimiento por encima del 3 por ciento para este año. Cada que las autoridades financieras se atreven a echar un vistazo al devenir, se encuentran con las secuelas de una medida que, al parecer, no fue analizada en profundidad por los expertos del gobierno y mucho menos por unos parlamentarios que en su gran mayoría carecen de preparación para ahondarse en esas profundidades.
Las ventas están paralizadas, no solo en las grandes superficies y en las tiendas de barrio, sino en la generalidad del comercio. Nadie puede salir de un bien, nadie está en condiciones de comprarlo. Las deudas de los colombianos con los bancos se han incrementado a niveles insospechados. Las tarjetas de crédito están a reventar. La ropa debe esperar las fiestas decembrinas a ver si la prima alcanza para ello.
Estamos asfixiados y estrangulados por una Reforma que ha podido ser más sensata, menos alcabalera y más social. El IVA llevado a los extremos a los que se elevó, aumentará la desigualdad entre nuestra población que en verdad, ya no soporta tanto abuso y tanto desprecio.
Las necesidades básicas, difícilmente se pueden alcanzar. Solo se piensa en aumentar impuestos, nunca se mira la corrupción que, en casos como Reficar y demás corrupciones, podrían suplir las acostumbradas reformas con las que se tapan los pillajes.
BLANCO: El nuevo reconocimiento de la Universidad de Kansas a Santos.
NEGRO: ¿Quién financiará los uniformes de los indígenas en paro?