Colombia y el placer de ser noticia
Por Esteban Jaramillo Osorio.
Débil es la memoria. En el 62, un gol olímpico de Marcos Col, un empate a cuatro con la poderosa Unión Soviética que contaba con el mejor portero del mundo, Lev Yashin. Solo existen recuerdos fragmentados, con fotos amarillentas; la radio estaba en sus albores, había poca tv y apenas despuntaba Mcluham con su aldea global.
En el 90, explorando en el regreso, después de 28 años, con Maturana impulsando formas diferentes de jugar, de mecerse con la pelota para el deleite del público y admiración general; empate de por medio frente al campeón Alemania y bochorno en la salida ante Camerún, con error de René, cuando ya compromiso y calor competitivo se habían extinguido. La mente rondaba en otras partes.
En Usa, el favorito y el primer eliminado porque los egos aplastaron la ilusión. Tan grande la euforia inicial de los aficionados, como la decepción. Golazos en torneo previo y vergüenza con tragedia en la competencia. Escabroso fue el asesinato de Andrés.
En el 98, Camarillas y vanidades, conflictos internos identificados y no corregidos por “Bolillo” Gómez el timonel, con la expulsión del tino y los arrebatos de vedetismo de las figuras, para el fracaso anunciado.
En Brasil, la fiesta. De nuevo el despegue para balance histórico. Ventana emocional sin limite, paso firme, “jogo bonito” asumiendo el protagonismo sin complejos. Inolvidable balance, equipo sensación, James goleador y figura entre los grandes.
En el presente, apagados los flashes del puntapié inicial en el sorteo, con la alfombra roja repleta de ex futbolistas, colmada de sonrisas y cosmética, rumores e hipótesis, estudio de rivales y, de nuevo, la alharaca triunfalista de los aficionados: “Es fácil. Ganamos aquí, pasamos allá, sobrevivimos en este y ¿porque no?, ¡Campeones!”
Se avecina la locura del mundial. Un apasionante mes que libera penas y desplaza preocupaciones. El placer infinito de ver rodar la pelota, una cita única con las estrellas consagradas.
Allí Pékerman buscando el equipo, como lo encontró en Brasil, a pesar de la dolorosa ausencia de Falcao, para competir sin angustias. El sorteo, como aquella vez, parece hecho por él y para él. Con jerarquía en figuras y gregarios para alcanzar el objetivo único de los aficionados que detestan el pánico al competir, para brillar y mejorar lo hecho en el anterior mundial.