Investigador de la U. del Rosario pide mesura en el tratamiento mediático y de salud pública a casos de sarampión
Un llamado a la prudencia para atender y divulgar los casos de sarampión que se están presentando en Colombia hace a las autoridades, los medios de comunicación y al país en general Paul Andrés Rodríguez, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, quien ha estudiado los comportamientos generados en brotes epidémicos.
En su concepto, algunas medidas de salud pública para controlar enfermedades pueden acarrear costos económicos importantes. Es el caso de las cuarentenas que traen consigo restricciones para las personas, pero también para la comunidad: imposibilidad de estudiar y laborar, acceso denegado a ciertos lugares, limitaciones en vuelos aéreos, entre otros.
“El sarampión no es un tema menor porque es una enfermedad de la cual su último brote importante en Colombia fue en 2002, sin embargo, debe tenerse en cuenta que la tasa de vacunación es alta y que si una familia no va más allá de la noticia y no tiene suficiente información puede tomar medidas contraproducentes, como no enviar a sus hijos al colegio o tener reacciones de xenofobia. El gobierno nacional está garantizando el acceso a la educación a niños inmigrantes venezolanos en el país, lo cual está muy bien, el problema es que haya papás que digan que no quieren que eso siga ocurriendo”, explica Rodríguez.
El profesor de la Facultad de Economía, quien es doctor y magister en economía y un estudioso de la economía en la salud, la salud pública, la economía y el desarrollo y la educación, investigó recientemente los efectos del dengue severo en los municipios de Colombia. Con su equipo analizó los datos del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública (Sivigila) en dengue clásico y dengue severo en los años 2008-2013 y los relacionó con la información de las pruebas Saber 11 y variables a nivel de municipio como es el caso de los niveles de pobreza y de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI).
Los hallazgos evidencian que las familias modifican sus comportamientos cuando ven amenazada la salud de uno de sus miembros, especialmente la de los menores de edad y las mujeres embarazadas, en ese sentido, quienes tienen mayores recursos toman la decisión de cambiar de lugar de residencia o no enviar a los hijos al colegio.
“Lo que es común es que todas esas enfermedades son producto de la globalización, así que vendrán más. Estamos acostumbrados al dengue porque existe hace 30 años, pero es una enfermedad que llegó de Asia y se quedó porque se quedaron los zancudos y lo mismo pasó con el chikungunya y el zika”, explica Rodríguez.
En su concepto, no hay forma de radicar esta situación o blindar a un país de ella, la única opción es tener un buen mecanismo de monitoreo y respuesta de emergencia a enfermedades, como lo hacen Sivigila y el Instituto Nacional de Salud (INS).
“En recomendaciones al sector público debe decirse que nunca se puede bajar la guardia en temas de vacunaciones porque empiezan a verse casos de movimientos antivacunas, comunes en Estados Unidos y Europa, donde hay familias que leen fuentes no muy científicas y aseguran que no se debe vacunar”, indica.
De igual forma, sugiere a los medios de comunicación dar la noticia con un contexto adicional sobre lo que está ocurriendo, cómo es la forma de contagio de la enfermedad, cómo está Colombia en su manejo. “Decirle a la audiencia lo que pasa y no tratar de exagerar para hacerlo más llamativo, eso es responsabilidad social”, asegura.
En síntesis, su mensaje es que “la forma de atender una epidemia no es solo en el campo de la salud pública sino también es en el económico y social. Debe pensarse en las consecuencias económicas, que en este caso puede que no sea más allá del pico de atención en centros de salud, y en las implicaciones sociales como reacciones de xenofobia”.
Qué dicen las autoridades
El coordinador nacional del programa de vacunación, Diego Alejandro García, ha señalado en medios de comunicación que el país tiene una cobertura de vacunación en sarampión superior al 93% en todo 2017 y estimada en 95% en lo que va de 2018. “Estamos en un riesgo de importación de casos de enfermedades que han estado controlados, como son difteria y sarampión… Todos debemos preocuparnos por garantizar y completar los esquemas de vacunación de nuestros hijos”, aseguró.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en 2017 cuatro países de América notificaron casos confirmados de sarampión: Argentina (3), Canadá (45), Estados Unidos (120) y Venezuela (727).
En los primeros meses de 2018 son nueve los países que han notificado casos confirmados: Antigua y Barbuda (1), Brasil (14), Canadá (4), Colombia (1), Estados Unidos (13), Guatemala (1), México (4), Perú (2) y Venezuela (159).