martes julio 16 de 2024

En Colombia, las demandas ciudadanas invitan al presidente electo: “Gobierne bien y hágalo saber”

Por Carlos Villota Santacruz

Twitter @villocol

Este 17 de junio, cuando se llevará a cabo la segunda vuelta presidencial en Colombia entre Iván Duque y Gustavo Petro, se sabrá el rumbo que tomará el país el cuatrienio 2018-2022 –derecha o izquierda- . Será en ese momento cuando comenzará la construcción de una administración que tendrá más preguntas que respuestas de los ciudadanos, que más tarde que temprano se traducirá en una invitación al Ejecutivo a “Gobernar bien y hacerlo saber”.

En lo particular, en mi calidad de consultor de marketing político, es que más allá de quienes votarán por la derecha, la izquierda o en blanco, es que deben saber que se hace inaplazable “apagar la polarización” y construir sobre lo construido, desde una lectura proactiva del Gobierno saliente de Juan Manuel Santos, De la interpretación de las estadísticas de quién perderá o ganará, lo que se debe abrir es una puerta de a la esperanza, a dejar el miedo atrás, con el propósito que se traduzca en una sinergia de los 48 millones de colombianos, como protagonistas de la edificación de un país viable y sostenible, más allá de la coyuntura.

En su calidad de presidente electo, el triunfador de la cita en las urnas, está llamado a conducir el “barco”, como Jefe Estado y Comandante Supremo de las Fuerzas Militares con el propósito para enfrentar con éxito  los retos que impone la segunda década del siglo XXI. Un siglo marcado por la globalización, el conocimiento y el impacto de la comunicación TICs.

En esencia, el papel de los ciudadanos en la era poselecciones será definitiva, tanto individual como colectivamente desde Nariño hasta la Guajira y desde el Amazonas hasta San Andrés y Providencia. Alguien de este este conglomerado humano diría: “¿y yo que tengo que aportar? Si no declaro renta y tampoco tengo plata para poner. Tampoco he sido víctima. Vivo en  una zona urbana, alejada del campo”.

La respuesta es: tiene que abrir su mente, tener la capacidad de convivir con miembros de las Farc convertido en un movimiento político y con bancada en el Congreso, esa es la clave del presente y futuro de Colombia, sin dejar de lado, que aún, existe rechazo en la opinión pública por el contenido del Acuerdo de La Habana, que invita a rodear al presidente saliente y entrante, por parte de todos los sectores.; incluido quién se eleve como actor de oposición. Es decir, quién resulte perdedor en la cita democrática. El reto es abrir una nueva etapa en la historia del país, que nos reconozcamos como compatriotas, no se use las armas, no violencia privada. No justicia privada. Toda violencia es mala. La única fuerza, en un Estado derecho, es la fuerza legítima del Estado. Si quienes lean esta columna, sin tomar en cuenta este análisis, estaría fuera del contexto y de las oportunidades que ofrece una nación.

No es la solución definitiva a todos los problemas, pero si una semilla que podrá germinar de generación en generación. Como una planta, hay que cuidarla, dedicarle tiempo y regarle agua para que germine. Sobre todo en nuestros corazones, dentro y fuera del seno de los hogares. Un sociedad, además que debe convivir con la migración permanente de venezolanos, que de acuerdo con los estudios públicos- privados parece que aún no alcanza un “techo”. Un hecho que está a punto de convertirse en un problema de salud pública.

Desde este domingo 17 de junio, el valor agregado que queda para quienes participaran en las urnas y quienes no lo harán, es que se puede pensar distinto, sin que lo maten. Se cerrará el capítulo de la campaña, – que polarizó el país- que evidenció que  el ejercicio ciudadano y su miedo y esperanza, están hoy más que nunca, en  la agenda pública. En ese momento, se requerirá  el apoyo del Estado, la academia, los gremios y los medios de comunicación, en el proceso de  trasformar la política, que se traduzca, en un mejor entendimiento entre los ciudadanos, porque la polarización no lleva a nada bueno. Solo a generar crisis y caos.

El nuevo presidente de Colombia deberá iniciar el proceso de empalme con Juan Manuel Santos. Recobrar la confianza de la comunidad internacional, que acompañó el proceso de paz. Incluso ajustar puntos en su contenido. Una tarea nada sencilla. Todo por cuenta que ser candidato y ganar una elección presidencial, abre la puerta a “Gobierne bien y hágalo saber”

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