martes julio 16 de 2024

Indignación. Impotencia. Desesperanza

Por Augusto León Restrepo

Estos son los gajes del oficio. El jueves me había sentado frente al computador a machacar sus teclas con un tema más o menos elaborado, cuando llegó la noticia: en una vereda del municipio de Yarumal, en el departamento de Antioquia, habían sido asesinados, con alevosía, tres jóvenes geólogos que prestaban sus servicios profesionales a la empresa minera Continental Gold mientras dormían en un campamento levantado en la vereda Ochalí, a tres horas del pueblo.

Empezaron a aparecer en los medios las fotografías de las víctimas y un escalofrío de indignación, impotencia y desesperanza me invadió. Allí estaban congelados en las imágenes, los rostros sonrientes de Laura Alejandra Flórez, de 28 años de edad, Henry Martínez, también de 28 años y Camilo Andrés Tirado, de 32 años, la primera y el último egresados de mi Alma Mater la Universidad de Caldas, de su Facultad de Geología, y el segundo de la Universidad de Los Andes. Podrían haber sido nuestros hijos o nuestros nietos. Y comenzó un hervidero interior que me obligó durante todo el día a hacerme contradictorios razonamientos que me condujeron a cambiar el contenido de la columna inicial, intrascendente y bobalicona frente a los dolorosos acontecimientos que segaron una vez mas la vida de inocentes protagonistas de esta Colombia infame que nos toca padecer. Tenía que expresar lo que siento, así sea la repetición y la reiteración de tantos conceptos expresados a lo largo de años y años, sobre La Vida, sobre La Paz.

Indignación. No puede haber en absoluto explicación alguna que lleve a la mas mínima justificación del atroz hecho. Que no se les ocurra a los “terroristas del grupo armado organizado residual estructura 36”, a quienes  el Ministro de Defensa les atribuye el asesinato de los jóvenes, venir ahora con el cuento trasnochado de que es una forma de lucha contra las transnacionales imperialistas gringas, o que es un acto revolucionario. Que revolucionario va a ser matar en estado de indefensión, a mansalva y sobre seguro. Con cobardía inaudita. Solo a unos bandidos de la mas detestable pelambre se les ocurre fusilar por la espalda a Laura Alejandra y liquidar la existencia de Henry y Camilo Andrés.

Impotencia. Que puede uno decir. ¿Otra vez mesarse los cabellos y la barba con desconsuelo y lanzar alaridos de protesta?. ¿Contra quien?. ¿Para qué?. Da risa trágica pensar en la efectividad de la inteligencia de nuestras Fuerzas Armadas, las mas poderosas de América, después de las de Estados Unidos, o de la flamante compañía minera. Y pedir que haya responsables de las falencias, es ingenuidad. Cambios en las cúpulas militares es inane. La calentura no está en las sábanas. Nada podrá devolver la vida de estos muchachos. Perogrullada. Sí. Pero mas que eso, la sensación de que no se ha inventado la efectiva fórmula que impida el terrorismo. Ni métodos para convencer a los presuntos armados de un conflicto hoy carente de razones, para que entiendan que con las armas solo se alcanza desolación y tristeza. Este dolor visceral de impotencia me paraliza el ánimo. Quiero dejar ya de escribir.

Me sobrepongo. Desesperanza. ¿Será que la película terrorífica volverá a repetirse?. ¿Que los fusiles y las metrallas con sus ráfagas de muerte, seguirán asolándonos por días, por meses y por años?. Por estos días se va a cumplir una efémerides relacionada con la cesación del conflicto armado con las Farc. ¿ Irá a morir por falta de oxígeno político?. ¿Se cerrarán las compuertas para impedir el paso a los acuerdos con el Eln?. ¿Se seguirá abonando nuestra tierra con mas muertes inocentes e inútiles?.

A la hora en que ustedes abordan esta lectura, los cadáveres de los jóvenes geólogos están acompañados de la tristeza de sus padres, de sus hermanos, de su amigos, de quienes fueron sus amores ilusionados. Hoy tímidos editoriales y noticias perdidas en páginas interiores de diarios dan razón de la protesta por sus muertes. En las redes sociales anónimos ciudadanos expresan sus sentidas voces solidarias. Yo, nosotros, tenemos el sabor amargo  de la indignación, de la impotencia y la desesperanza. Sobre sus tumbas, una rosa. Que mas podemos expresar.

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