Exigen al Ministerio de Ambiente que se pronuncie sobre problemas de contaminación
En el 2015 el gobierno anterior firmó en representación del Estado el compromiso de reducir las emisiones de gases contaminantes en un 20% para el año 2030. Otro de los compromisos iniciales fue el de reducir la deforestación de forma total en la Amazonía para el 2020. El exministro Luis Gilberto Murillo aceptó antes de salir del gobierno que esa última meta iba a ser imposible de cumplir por el balance del Ideam sobre tala de bosques; el último dato da cuenta de más de 220.000 hectáreas deforestadas, una tragedia para los ambientalistas.
Sin embargo, luego de las alertas por la calidad del aire en Bogotá y Medellín y en otras ciudades principales, que según los expertos también respiran aire pesado, esa otra meta parece poco viable.
“El gran ausente en el debate nacional sobre calidad del aire es el Ministerio de Ambiente. El 76 % de las centrales de medición de calidad del aire en diferentes ciudades del país nos muestra niveles de riesgo. Pero el Ministerio con su mutismo e inmovilidad no aporta ninguna solución, y sí por el contrario se convierte de un cómplice de la contaminación”, dijo Camilo Prieto, presidente del Movimiento Ambientalista Colombiano.
La última noticia es la de la alerta amarilla en toda el área de Bogotá, y alerta naranja en el suroccidente de la ciudad. Estudios científicos del Instituto Nacional de Salud determinaron que al año mueren 17.000 personas por mala calidad del aire y del agua en Bogotá.
La contaminación no es un juego. Los médicos explican que una persona que está expuesta a la contaminación puede desarrollar una infección respiratoria en el mejor de los casos. Pero, en el peor, la infección con el tiempo y con las rutinas diarias inhalando aire contaminado puede generar cáncer.
De hecho, esa fue una de las razones por las que el Ministerio de Ambiente de Murillo le envió en su momento una carta a la Alcaldía de Bogotá y a la gerente de Transmilenio pidiéndoles que, en lo posible, la mayor parte de la flota que iba a ser renovada con la licitación del año pasado, tuviera tecnologías cero o bajas emisiones.
Al final Transmilenio decidió no aceptar ninguna oferta de las empresas de buses eléctricos y la mayor parte de la nueva flota es tecnología Euro V que en algunos países de Europa está prohibida por ser aún demasiado riesgosa para la salud de las personas que transportan. El resto de buses son tecnología de gas. Luego el Tribunal de Cundinamarca decidió que la contratación de la troncal Américas fue irregular porque no se le permitió participar a la empresa que ofrecía la posibilidad de buses eléctricos, a diferencia de ciudades como Cali que ya tienen rodando transporte público sin combustible.
A pesar de la insistencia de los periodistas, el Ministerio de Ambiente no se ha pronunciado sobre el problema de la contaminación en el aire y no ha explicado hasta ahora cuáles son los objetivos y las herramientas del Gobierno para frenar los problemas en el aire que respiran los ciudadanos.
Pero en el fondo del debate hay un hecho. En los próximos cinco años, según las propias cifras de Murillo, se tiene que renovar la flota de transporte público para poner a circular en todo el país al menos 32.000 nuevos buses. En las cifras de la Alcaldía de Bogotá, ni los buses tradicionales ni el Transmilenio son los responsables del mayor porcentaje de contaminación. Tiene que haber un cambio también en los camiones de carga, los vehículos particulares, los taxis y las motos.
Pero el mensaje puede ser contundente. Si la flota que debe renovarse en el país en los próximos años logra ser en su mayoría con tecnología de bajas o cero emisiones, el sector público y privado estarían dando a entender que el aire y la salud son importantes. De lo contrario, mientras que no haya medidas de fondo en ciudades como Bogotá y Medellín, la cifra de 17.000 personas muertas al año seguramente seguirá creciendo.
Por ahora, el ministerio continúa en silencio y Bogotá ya incluso les pidió a sus ciudadanos que eviten salir a hacer ejercicio por los problemas respiratorios que se pueden ocasionar por respirar el aire en sus propias calles.