Que nunca acabe… y la fiesta acabó
Por Esteban Jaramillo O.
Bogotá, 30 de junio_ RAM_ “Derrota inesperada”, “Puñal en el pecho”, “Sin grandeza en la lucha”, o “Aprender del error”. Tantas lecturas, todas por el efecto devastador de un resultado. La proclama era “Que nunca acabe la fiesta…” Y la fiesta terminó.
Las soluciones de Queiroz no fueron productivas ni frenaron al rival que, en ocasiones, lo paseó con toques, con arremetidas, para devorar su pasividad. Es que empujar no es proponer. Por lo visto, solo confiaba en James, que en el primer tiempo se tragó la cancha, pero luego la cancha se lo tragó a él.
Zapata, invisible y visible el rústico Tesillo, fatal en el penal. Cuadrado y Medina más útiles en el banco. Falcao y Arias ausentes, el uno en el campo y el otro fuera de él. Escasas e improductivas fueron las transiciones, no hubo futbol de banda y el VAR, como siempre protagonista, fue el gran aliado.
Problema grande fue la pelota. Colombia no la supo administrar. La selección peleó y no jugó, frente a la tosca energía de Pitana, el árbitro, que no se dejó amedrentar. Chile no ganó en los penales. Lo hizo jugando con posesión, con la autoridad de un campeón, con bloques cortos, sólidos y técnica colectiva. Y tuvo a Vidal…¡Que jugador!
Colombia solo con David, con Barrios, y sin clasificación. Se habla ahora de crecer, de trabajar, de microciclos, de renovar… Pero no se habla de la mentalidad, de la actitud, que fue la que nos condenó.
Salto brusco del paseo de la fama, del desfile de elogios, al cuarto oscuro de la caída. Eso es futbol, dicen.
Esteban Jaramillo Osorio
Twitter: @estejaramillo