Queiroz y el taparrabos…
Por Esteban Jaramillo Osorio
Y ahora resulta que empatar es ganar un poco.
Bogotá, 13 de octubre_ RAM_A lo largo de los años, los europeos nos llenaron de libros para comprender el futbol. De Suramérica se llevaron el talento para jugarlo y disfrutarlo. Entendieron ellos que la gambeta es la reina de los estadios, los goles el delirio y la alegría del público y el juego limpio un estandarte.
A Queiroz, que viene de esas tierras, lo hicimos desde su llegada, depositario de nuestras esperanzas para reforzar la identidad y consolidar un estilo en la selección.
Pero, maquillado con sonrisas, suelta frases manipuladoras y acomodadas antes y después de cada partido. Para colmo, aprendió el libreto suramericano de justificarse en el árbitro. Su equipo, nuestro equipo, no jugó bien ante Chile, modesto rival con siete partidos sin triunfo y un disparo a gol, porqué su liderazgo, el de Queiroz, no respaldó la idea que él predica.
El resultado, poco auspicioso, lo respaldó con distracciones verbales sin ocultar su disgusto cuando se refirió a la ausencia compleja de James y Falcao.
En el futbol es lo que haces y como lo haces. La tarea esta vez quedó a medias porque no maximizó el rendimiento de sus elegidos.
En el reciente pasado, ha dicho Queiroz que el rival no importa y, a esta altura, que el resultado tampoco. Que el preolímpico es, expresado de otra manera y con despropósito, de pipiripao; que los entrenadores de porteros colombianos no sirven; que viene a enseñarnos a competir desconociendo el pasado. De ser así, ¿por qué su preparador físico y su entrenador de porteros, hacen curso relámpago en Atlético Nacional?
Tiene visión Queiroz… pero aún no tiene acción. Sus partidos son de ratos con fuerza y poca técnica. Aún no muestra revoluciones tácticas transformadoras porque mucho de lo que hace lo hizo Pékerman en su época de esplendor.
En materia de futbol y otras yerbas, así Queiroz piense lo contrario, no estamos como en las épocas de la conquista, con taparrabos.