lunes noviembre 18 de 2024

El que gana, es el que goza…

Por Esteban Jaramillo Osorio

 Bogotá, 02 de marzo_ RAM_ El Once Caldas ganó el clásico desde el respeto a sus convicciones.

Apeló a lo emocional del hincha, con su aguante y sus proclamas positivas; y, a lo estructural, con aportes sólidos estratégicos del cuerpo técnico y los jugadores.

LA FIESTA. Cordura en tiempos de conflicto. Convivencia. Duelo emocional de barras, en sus territorios. Con cánticos agresivos, sin confrontaciones físicas en el escenario. Recuerdos nostálgicos de otras épocas en la antesala. Estadio bello, lleno y festivo, que detesta los silencios.

EL JUEGO.  Físico. Intenso. Con ritmo sostenido.

Peleando cada tramo, cada centímetro del campo. Altas cargas de estrés por la exigencia.

EL RESULTADO. Un ventilador en tiempos de sofocos. Lo construyó el Once, con ráfagas incontroladas, cuando pelear el partido era más importante que jugarlo.

LOS GOLES. Tuvieron todos elaboración, amplitud, profundidad y sorpresa. Los consiguió con clase y los defendió con garra.

FIGURAS. Londoño, el renegado, fue el protagonista. Lo advirtió Bodhert en la descafeinada rueda de prensa sabatina. En él confiaba soluciones y con él y sus goles, apuntaló el triunfo.

Ovelar fue un obrero eficaz y no espectacular, alejado del gol, cercano al sacrificio. Rodríguez jugador de todo el campo.

ESTRATEGIAS. Fiel el Once a una idea. Pereira aferrado a sus arrebatos juveniles. Futbol físico, con roces de canilleras y rodillas, con chispas en los duelos personales.

DEBILIDADES. Mucho le costó a Guzmán entrar en el partido y encontrar su puesto, en el primer tiempo.

Flojo el trabajo del extremo derecho defensivo y un fallo, sin distancia, en  una salida de Ortiz que produjo apremios. La espalda de  Correa fue débil. Las diagonales largas y los pelotazos profundos del Pereira, fueron su dolor de cabeza. El blanco, Cedió la iniciativa al rival en los tramos finales, con riesgo innecesario.

FORTALEZAS. Madurez al competir.

Intensidad. Regresó el grito de gol, ausente en tantos partidos.

EFECTO. Como el placer de un estornudo… el placer de un triunfo. Después de aquellos lamentables pasos atrás por los sucesivos empates, uno adelante.

El «cholo, cholo, sos maricón», directo a la mandíbula de los manizaleños, que gritan frenéticos los pereiranos, se fue silenciado mientras elevaba notas el «cada día de quiero más» del Once Caldas. El que gana, es el que goza…

EJO

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