Jaramillo, “sin presa mala” en Dimayor
Por Esteban Jaramillo Osorio
Bogotá, 09 de agosto_ RAM_ El nuevo presidente de la Dimayor se ve como los pollos de Kokoriko: “Sin presa mala”. Por lo menos eso se deduce por la reacción a su nombramiento y la recepción a sus propuestas, que aún no profundizan en la problemática futbolera actual.
Pasó por el filtro destructivo del prejuicio, que es mucho decir. También por la manipulación desvergonzada de los periodistas afines a los intereses empresariales y del escrutinio cuidadoso de quienes lo eligieron.
En plena pretemporada de su gestión, abrazos, saludos, guiños de ojo con picardía y un abrumador voto de confianza. Todos conformes, aunque, por lo prematuro, resulta imposible medir los alcances de su gestión.
No se agita aun la jauría. Se ve placentera su gobernabilidad que puede ser la de un líder exitoso, como tantos en el pasado, o un títere manipulado por patrones, “duros de matar”. Llega con ideas frescas, a trabajar en bien del futbol. Por lo menos fue lo prometido en la breve campaña, de poca agitación.
Es, el suyo, un reto gigantesco. No pasa solo por llegar, pavonearse entre micrófonos, reinar sin estabilidad, o convertirse en monigote de radio o de tv.
Mundo complicado al que llega. Con retos inmediatos como el regreso con salud del fútbol, la reforma estatutaria, el rejuvenecimiento de los torneos, los derechos de transmisión, la renegociación con los patrocinadores, la diplomacia en las gestiones oficiales, dentro y fuera del país; el dopaje, los árbitros, el fútbol femenino, la relación laboral de los futbolistas con los clubes, el reconocimiento del dinero a los abonados y el retorno paulatino de los hinchas a las gradas. Tareas complicadas a gestionar, de la mano de la asamblea de la entidad.
Dinero y fútbol, es el reto. Defensa del negocio y del juego. De ello dependerá su estabilidad y permanencia en el cargo.