martes julio 16 de 2024

¡Ayy que orgulloso me siento!

28 octubre, 2020 Opinión Augusto León Restrepo

Por Augusto León Restrepo

Ahora sí que me siento patidifuso. Excusen quienes me leen que haga unas recordaciones de carácter personal. De esas que nos vienen de vez en cuando a quienes estamos en la senectud y que no sabemos si el episodio corresponde al campo de la ficción o de la realidad. Para solucionar el lío acudo a lo que me dijo Simón, el nieto mayor, con entonación filosófica: «Abuelo: si no lo recuerdas, es porque no existió. Si no me acuerdo, no pasó»

Pero sí. Si existió. Yo terminé Bachillerato en el Colegio de Nuestra Señora de Manizales en 1958. Por el dato pueden deducir cuántos almanaques me he gastado hasta hoy. En primero, fue profesor nuestro, tal vez de Ciencias Naturales, con herbario incluido, Don Máximo Arce, católico y mariano como el que más, que se gastaba la mitad de la clase hablándonos de la historia de la Virgen de Fátima y de los tres pastorcitos a quienes se les apareció, Lucía, Jacinta y Francisco y de las profecías que les había hecho. Y nos decía que él había reconocido en sueños las premoniciones y que nos las contaría para que no nos fuera a coger de sorpresa lo que de acuerdo con el signo de los tiempos indicaría que llegaba el fin del mundo.

La Virgen se presentó en persona en seis ocasiones. La primera, el 13 de mayo de 1917. La última, el 13 de octubre del mismo año. Por si las moscas, yo compro lotería en 13. Hasta el momento no me han hecho el milagrito. Pero como soy hombre de fe, el próximo viernes 13 de noviembre, me doy a dobletiar. La Virgen anunció que Jacinta y Francisco morirían jóvenes. En efecto, Francisco y Jacinta murieron tras contagiarse de la gripa española, en 1919 y 1920. Lucía ingresó a un convento y falleció en el año 2005, de viejita, y anda en proceso de beatificación. Las profecías de Fátima son varias, pero las que yo me sé son tres: que contra la vida de un Papa iban a atentar; que iba a haber una segunda guerra mundial y que Rusia se iba a convertir. Un terrorista turco casi termina con la existencia de Juan Pablo II por allá en los ochenta; y en estos precisos momentos Rusia es el país más católico del mundo, y castro chavista, que ordenó restaurar las iglesias destruidas por los comunistas y que, entre Putin y el Jerarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa ejercen su gobierno totalitario. Esta relación la hago, porque estoy convencido de que hay mucho agnóstico o ateo o ignorante por ahí suelto, que desconoce por completo estas frescas historias.

Pero retomemos el hilo y volvamos a las predicciones de Don Máximo Arce, que de la Virgen y de sus pastorcitos goce. Miren muchachos: empiecen a decir conmigo Yo pecador me confieso, cuando en Colombia un litro de agua valga más que un litro de gasolina. Cumplido su vaticinio Don Máximo. Cuando Rusia se convierta al catolicismo. El actual Patriarca Cirilo le habla al oído a Vladimir Putin. Tanto, que pudiéramos calificar a Rusia de un Estado casi que teocrático. Cuando haya un Presidente negro en Estados Unidos. Barack Obama. Servido, Don Máximo. Y ténganse de atrás: cuando haya un Papa argentino. Nuestro muy acatado y progresista Jorge Mario Bergoglio, más conocido como el Papa Francisco, ocupa el Papa Móvil, que reemplazó la regia silla gestatoria y es el Príncipe de quienes son católicos apostólicos y romanos. Como quien dice, sumada la pandemia, es hora de que pensemos en el más allá. El más acá está a punto de fenecer.

No sé si lo soñé o lo predijo Don Máximo: llegará el día en que unos colombianos incidirán en forma definitiva en los resultados de las elecciones del 2020 de la Gran Potencia, del Gran Imperio, del Gran Policía del Mundo. Álvaro Uribe, María Fernanda Cabal, Juan David Vélez, Gustavo Petro, Gustavo Bolívar y Ángela María Robledo, son los inicialmente señalados, con sus adhesiones a los candidatos en pugna Trump y Biden, de horadar las columnas de la Gran Democracia Universal y llevarla a una guerra civil, cualquiera que sea el resultado, lo que parece un cuento, una fantasía, pero que es una posibilidad realizable según el Embajador de la potencia en Bogotá. Uribe y Petro, definitorios en la suerte política de los norteamericanos. ¡Que honor! ¡Que grandeza! ¡Loor a los caudillos del bravo pueblo colombiano! ¡Que orgulloso me siento de haber nacido en mi tierra!

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