miércoles agosto 14 de 2024

Muere a los 90 años el actor Sean Connery, célebre por su papel de James Bond

31 octubre, 2020 Cine Will Dunham

El actor Sean Connery REUTERS/David Moir

Por Will Dunham

Las Bahamas,31 oct (Reuters) – El legendario actor escocés Sean Connery, que alcanzó la fama internacional con su interpretación del cortés, sofisticado y sexy agente británico James Bond y dominó la gran pantalla durante 40 años, falleció a los 90 años.

«Su esposa Micheline y sus dos hijos Jason y Stephane confirmaron que murió en paz mientras dormía, acompañado por su familia», dijo la portavoz familiar Nancy Seltzer el sábado.

Connery se crio cerca de la pobreza en los suburbios de Edimburgo y trabajó como pulidor de ataúdes, lechero y socorrista antes que su afición por el culturismo le ayudara a lanzar su carrera cinematográfica, que le llevó a convertirse en una de las mayores estrellas mundiales del celuloide.

«Sean era una leyenda mundial, pero primero y sobre todo, era un patriota y un orgulloso escocés», dijo la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon.

Será recordado sobre todo por su papel como el agente 007, el personaje creado por el novelista Ian Fleming e inmortalizado por Connery en una serie de películas que comenzaron con «“Dr. No» en 1962.

El estilo caballeroso y el irónico sentido del humor de Bond al combatir a extrovertidos villanos y flirtear con bellas mujeres ocultaba un perfil más oscuro y violento, una profunda personalidad que Connery supo moldear y que se convirtió en el estándar para los actores que le siguieron en la saga.

En los filmes se presentaba con el tradicional «Bond, James Bond», pero a Connery no le gustaba ser definido por el papel y dijo una vez que «odiaba al maldito James Bond».

Alto y guapo, con una voz gutural que acompañaba bien a una personalidad a veces malhumorada, Connery interpretó a muchos personajes destacados además de Bond y ganó un Oscar haciendo de un duro policía de Chicago en “»The Untouchables» (1987).

En 1989, a los 59 años, la revista People le declaró como «el hombre vivo más sexy».

Connery era un firme defensor de la independencia de Escocia y se tatuó en un brazo «Escocia por siempre» cuando sirvió en la Marina Real.

A los 69 años, en el 2000, recibió el título de ‘sir’ por parte de la reina Isabel en el castillo Holyrood de Edimburgo. En la ceremonia vistió un traje escocés completo, incluido el ‘kilt’ verde y negro del clan de su madre, los MacLeod.

Filmes destacados en su carrera aparte de Bond fueron «Marnie» de Alfred Hitchcock (1964); «The Wind and the Lion» (1975) con Candice Bergen; «The Man Who Would be King» (1975) de John Huston, junto a Michael Caine; «Indiana Jones and the Last Crusade» (1989) de Steven Spielberg; y la historia sobre la Guerra Fría «The Hunt for Red October» (1990).

Los aficionados al cine alternativo siempre le recordarán como el «Brutal Exterminador» Zed en «Zardoz» de John Boorman (1974), donde un Connery con un gran mostacho pasó gran parte de la película corriendo a todos lados con un fino taparrabos rojo, ajustadas botas de cuero y una coleta.

Connery se retiró de la actuación tras pelearse con el director en su última cinta, la olvidable «The League of Extraordinary Gentlemen» en 2003.

«Insuperable»

Sean Connery como James Bond.

Para muchos, la actuación de Sean Connery como James Bond fue insuperable. Cortés, pero de corazón frío, su interpretación del agente 007 fue extremadamente fiel al Bond de la Guerra Fría que se describe en los libros creados por el novelista inglés Ian Fleming.

Y es que saltó a la gran pantalla con «licencia para matar». Se movía exactamente como una pantera, con mucha hambre y buscando presas.

No tuvo competencia. Su gran rival, Roger Moore, en contraste, solía arquear una ceja, sonreír y hacer bromas, según los críticos.

Pero mientras que el héroe literario creado por Ian Fleming fue a la prestigiosa escuela Eton, en el sur de Inglaterra, el pasado de Connery no incluía ni autos veloces y sofisticados, ni mujeres hermosas ni martinis.

Orígenes humildes

Sean Connery en 2004.

Hijo de un obrero católico y de una empleada doméstica protestante, Thomas Sean Connery nació en el área de Fountainbridge, en Edimburgo, Escocia, el 25 de agosto de 1930.

La familia de su padre había emigrado de Irlanda en el siglo XIX, mientras que los orígenes de su madre se remontaban a los hablantes de gaélico en la isla de Skye, en el norte de Escocia.

Fountainbridge era una zona bastante decadente de Edimburgo. Allí Connery se crió en una habitación de una casa de vecindad con baño compartido y sin agua caliente.

Dejó la escuela a los 13 años y trabajó repartiendo leche, puliendo ataúdes y colocando ladrillos antes de unirse a la Royal Navy, la rama naval de las Fuerzas Armadas británicas.

Tres años después, fue invalidado del servicio tras padecer de úlcera péptica.

Para ese entonces, ya se había hecho tatuajes que dejaban claro sus pasiones: «Escocia para siempre» y «Mamá y papá».

En Edimburgo, se ganó la reputación de «hombre duro» cuando seis pandilleros intentaron robarle el abrigo. Cuando Connery los confrontó, los maleantes lo siguieron. Pero Connery ganó la pelea como lo haría siempre en su papel como James Bond.

Sean Connery se ganaba la vida de cualquier forma que podía.

Conducía camiones, trabajaba como salvavidas y posaba como modelo en el Edinburgh College of Art.

Y pasaba su tiempo libre haciendo fisiculturismo.

Hasta que James Bond llegó a su vida.

«Demasiado bello para describirlo»

Fue elogiado por su papel en el drama de la BBC Blood Money.

El artista Richard Demarco, que como estudiante pintaba a Connery frecuentemente, llegó a decir que era «demasiado bello para describirlo con palabras, un Adonis virtual».

Connery era un aficionado al fútbol y fue lo suficientemente bueno como para llamar la atención del entonces entrenador Matt Busby, quien le ofreció un contrato de cerca de US$30 a la semana en el Manchester United.

Sean Connery dejó la escuela sin calificaciones y trabajó como lechero, poniendo ladrillos y puliendo ataúdes.

Pero, trabajando en un teatro local, el mundo de la actuación ya comenzaba a seducirlo, por eso decidió que la carrera de futbolista era potencialmente demasiado corta y optó por perseguir su suerte en el escenario.

Fue, según diría más tarde, «una de las movidas más inteligentes (que realizó)».

En 1953, participó en la competencia Mr. Universe en Londres y estando en la ciudad escuchó que había plazas en el coro de una producción del musical South Pacific.

Y para el año siguiente, ya estaba interpretando el papel del teniente Buzz Adams, que Larry Hagman había hecho famoso en Broadway.

El actor estadounidense Robert Henderson alentó a Connery a que se educara. Le prestó obras de Ibsen, Shakespeare y Bernard Shaw, y convenció a Connery de que tomara lecciones de elocución.

Connery hizo la primera de muchas apariciones como extra en la película Lilacs in the Spring («La reconciliación»), estrenada en 1954. También interpretó roles menores en la televisión, incluyendo un gánster en un episodio del drama policial Dixon of Dock Green, de la BBC.

Su nombre es Bond, James Bond…

Y luego vino Bond. Los productores Cubby Broccoli y Harry Saltzman habían adquirido los derechos para filmar las novelas de Ian Fleming y estaban buscando un actor para interpretar al agente 007.

Se consideró a actores como Richard Burton, Cary Grant y Rex Harrison, e incluso al expresentador de la BBC Peter Snow.

Fue la esposa del productor Cubby Broccoli, Dana, quien convenció a su esposo de que Connery tenía el magnetismo y la química sexual para el papel.

Una opinión que inicialmente no fue compartida por el creador del personaje, Ian Fleming. «Estoy buscando al agente Bond, no a un doble», insistió.

Pero Broccoli tenía razón y Fleming estaba equivocado.

El novelista inglés rápidamente cambió de opinión cuando lo vio en la pantalla. Incluso escribió una historia medio escocesa para el personaje en algunas de sus obras posteriores.

El director Terence Young tomó a Connery bajo su tutela y lo llevaba a restaurantes lujosos y casinos; enseñándole a comportarse como James Bond lo haría, todo con el fin de que ese escocés ligeramente torpe lograra hacerse pasar por un agente secreto afable y sofisticado.

Pero Connery hizo suyo el personaje, mezclando crueldad con ingenio.

A muchos críticos no les gustó el personaje y algunas de sus reseñas fueron crueles. Pero el público no estuvo de acuerdo.

Las escenas de acción y sexo, mezcladas con lugares exóticos fueron una fórmula ganadora.

La primera película, Dr. No, reunió una gran cantidad de dinero en taquilla. Incluso en el extranjero logró un gran éxito. El presidente Kennedy solicitó una proyección privada en la Casa Blanca.

Le siguieron rápidamente otros éxitos: From Russia with Love («Desde Rusia con Amor») en 1963, Goldfinger en 1964, Thunderball («Operación Trueno») en 1965 y You Only Live Twice («Sólo se vive dos veces») en 1967.

Fue un trabajo agotador y a veces, peligroso.

En un momento, lo arrojaron a una piscina llena de tiburones con sólo una pantalla de polimetilmetacrilato que lo protegía. Cuando una de las criaturas logró atravesarla, Connery hizo la más rápida de las retiradas.

Cuando completó You Only Live Twice, Connery ya estaba cansado de los papeles de Bond y temía que lo encasillaran.

Rechazó actuar en On Her Majesty’s Secret Service («Al servicio secreto de su Majestad») y el actor australiano George Lazenby obtuvo el rol, pero recibió tantas críticas, la mayoría no tan positivas, que no quiso participar en otro film. La carrera de Lazenby jamás tendría otro momento estelar como el que le ofreció la franquicia James Bond.

Finalmente, Saltzman y Broccoli lograron convencer a Connery de que regresara como el agente 007 en Diamonds Are Forever en el año 1971, cediendo a la demanda del actor de que le pagaran la cifra récord de US$1,25 millones.

Connery utilizó ese dinero para establecer el Scottish International Education Trust, que apoya las carreras de artistas emergentes de su natal Escocia.

La película recibió críticas mixtas y algunos se quejaron de que utilizaba demasiado el humor camp, una corriente que su sucesor, Roger Moore, continuaría y desarrollaría.

Nunca digas nunca

Habiendo perdido mucho dinero en un acuerdo de tierras en España, Connery aceptó una muy buena oferta para volver a interpretar a Bond, en Never Say Never Again.

Esta vez el agente 007 era un héroe envejecido; mayor, más sabio y autocrítico, pero tan duro como una piedra.

El título fue sugerido por la esposa de Connery, quien recordó que su marido había jurado «nunca volver a interpretar a Bond».

Continuó aceptando otros papeles y ganó un Bafta por su interpretación de Guillermo de Baskerville en The Name of the Rose («El nombre de la rosa»).

Un año después, su actuación como un policía irlandés cansado del mundo en «Los intocables» le valió un Oscar como mejor actor de reparto.

Películas como El nombre de la rosa lo ayudaron a escapar del fantasma de James Bond.

Exilio

Connery siempre se mantuvo fiel a sus raíces escocesas a pesar de vivir en el extranjero.

Siempre odió el estilo de vida de Hollywood: prefería jugar al golf en sus casas en España, Portugal y en el Caribe con su segunda esposa, Micheline Roqubrune, una artista que había conocido en Marruecos.

Su matrimonio anterior, con la actriz australiana Diane Cilento, había terminado en 1975 en medio de acusaciones de que había sido violento con ella. Tuvieron un hijo, el actor Jason Connery.

A pesar de su exilio, siempre mantuvo una intensa pasión por su natal Escocia.

Atribuía sus «cambios de humor» a sus genes celtas. «Mi opinión es que para llegar a cualquier parte de la vida hay que ser antisocial», dijo una vez, «de lo contrario, terminarás siendo devorado».

Afortunadamente, ya ha pasado cierto tiempo desde que el agente 007 favorito de la crítica le dio una nalgada a una mujer. Pero la actuación de Connery trascendió, fue disfrutada por millones de personas de ambos sexos y le dio a la gran pantalla un ícono del siglo XX.

Deja tras de sí un cuerpo luchador del que cualquier actor estaría orgulloso, pero también deja una vacante para el título de «mejor escocés vivo».

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