martes julio 16 de 2024

No solo de fútbol

 Por Augusto León Restrepo

Hoy amanecimos todos de comentaristas deportivos. Y de directores técnicos. Es normal. No es nada agradable que a la selección de fútbol de su país le metan nueve goles en dos partidos y que en la portería del contrario solo se haya anidado una anotación. Pero hasta aquí, todo bien. Lo que sí es objetable, es que estos resultados futboleros resulten distractores de la realidad nacional, que es de color de hormiga.

Se le agotan a uno las palabras para describir lo que se siente cuando ve las imágenes de la devastación producida por el huracán Iota, en las islas de San Andrés y Providencia. Y los estragos que ha producido la ola invernal en poblaciones, veredas y vías carreteables de numerosas regiones del país. Este sí es un verdadero propósito nacional: reconstruir en el menor tiempo posible los daños ocasionados por las fuerzas de la naturaleza. Y extenderle la mano a las víctimas de carne y hueso que padecen hambre y desnudez.

El gobierno nacional, con el presidente Iván Duque a la cabeza, ha estado presto para ofrecer soluciones prácticas a la tragedia que afecta un número apreciable de conciudadanos. Sería mezquino no reconocerlo y mucho más, hacerlo responsable de falencias y circunstancias impredecibles. No son aprovechables las tragedias para buscar réditos políticos. Creo que se impone una tregua por lo menos hasta finales de enero, entre la dirigencia nacional del gobierno y los partidos que lo apoyan y los sectores de la oposición, que han estado tan acres y venenosos en los últimos días. La reflexión se impone y para traer la frase manida en las campañas políticas, es necesario pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.

Ya lo han expresado, por fortuna, orientadores de varios sectores públicos y privados. Referendos, revocatorias de mandatos, madrazos, maturrangas y jugaditas, deberían ir al congelador. El folclórico Dr. Rodolfo Hernández, autocandidato a la presidencia de este también caricaturesco país, ya lo ha dicho: la estética y la ética, deberían ser connaturales a la política.

De todas maneras, no quisiera dejar de comentar dos actitudes que pretendía desarrollar como columnas y que me elevaron el nivel de esperanza en una Colombia aterrizada y conviviente. Me refiero, en primer lugar, al diálogo en el Palacio de Nariño entre el presidente Duque y los excombatientes de las Farc, al final de la peregrinación de estos por la paz y por la vida y que ellos lo consideraron como «alentador». Si nos atenemos a las opiniones de los representantes del gobierno y de los exguerrilleros, fue exitoso el conversatorio, en el sentido en que de boca del Dr. Duque y del Dr. Emilio Archila, Consejero para la Consolidación de los acuerdos, se prometió que la implementación de lo pactado en La Habana sería un empeño gubernamental, lo que garantiza que por el momento no se harán trizas.

Los ex guerrilleros, con Pastor Alape a la cabeza, fueron recibidos también por Monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, quien después de la reunión en forma contundente ratificó la posición definida de la Iglesia Católica colombiana de defensa del proceso de paz. Sus declaraciones son de tal énfasis y compromiso, que no dudamos en recomendar su lectura o escucharlo de viva voz. No solo de fútbol debemos vivir los colombianos.

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