PERFIL-Trump, impetuoso y peleador, ha encabezado un gobierno turbulento
Por Will Dunham
WASHINGTON, 2 noviembre (Reuters) – Donald Trump, un hombre de negocios convertido en político, ha promovido el nacionalismo de «Primero, Estados Unidos», ha resistido una impugnación y la enfermedad del coronavirus, además de adoptar posturas polémicas sobre la raza y la inmigración durante una presidencia turbulenta que, según sus detractores, se ha saltado las normas democráticas del país.
Después de décadas de fama, primero como promotor inmobiliario audaz y conocedor de los medios de comunicación en Nueva York y luego como presentador de un reality show, el belicoso Trump aprovechó el descontento de muchos estadounidenses para convertirse en un fenómeno político único en los 244 años de vida independiente del país.
Trump, que buscará la reelección el martes contra el aspirante demócrata Joe Biden, encontró inicialmente una feroz resistencia dentro del Partido Republicano, pero logró reconstruirlo a su propia imagen y ganó la lealtad incluso entre algunos correligionarios que alguna vez lo criticaron.
En Twitter y en estridentes manifestaciones, Trump ha cargado contra los demócratas de la oposición y los medios, pero también contra algunos compañeros republicanos, miembros del gabinete y otros funcionarios que nombró.
«Si no sueno como un típico político de Washington, es porque no soy un político», dijo Trump en un mitin del 26 de octubre en Pensilvania.
Trump, de 74 años, asumió la presidencia en enero de 2017 tras su sorpresiva victoria sobre la demócrata Hillary Clinton en noviembre de 2016. Perdió el voto popular a nivel nacional por unos 3 millones de sufragios, pero prevaleció en los estados indispensables para tener mayoría en el Colegio Electoral.
Su victoria en 2016 lo convirtió en el primer presidente de Estados Unidos sin experiencia política o militar previa, y con un enfoque populista de derecha. Su ascenso fue parte de una ola que se extendió desde el «Brexit» en Reino Unido hasta la elección del líder de extrema derecha brasileño Jair Bolsonaro. Trump denunció el «globalismo» y centró la política exterior del país en torno a su visión de «Primero, Estados Unidos».
Su presidencia llegó en un momento de profunda polarización en Estados Unidos y de disfunción política en Washington.
En su país, Trump redujo la inmigración legal e ilegal y disminuyó el número de personas admitidas como refugiados y solicitantes de asilo, aprobó amplios recortes fiscales, inclinó el poder judicial federal -incluida la Corte Suprema- drásticamente hacia la derecha y eliminó las regulaciones ambientales que consideraba onerosas.
En el extranjero, Trump ayudó a negociar acuerdos entre su estrecho aliado Israel y tres estados árabes, abandonó pactos internacionales que describió como injustos, exasperó a aliados tradicionales y elogió a líderes autoritarios.
Mostró deferencia hacia Rusia, el viejo adversario de Estados Unidos, y su presidente, Vladimir Putin. Las agencias de inteligencia locales concluyeron que Rusia usó una campaña de piratería informática y propaganda para impulsar la candidatura de Trump en 2016 y que Moscú estaba interfiriendo nuevamente durante la campaña de 2020 para tratar de denigrar a Biden.
«Amenaza existencial»
Sus críticos, incluidos demócratas de alto nivel y exmiembros de su propio gobierno, han descrito a Trump como un peligro para la democracia con tendencias autocráticas.
«Creo que el presidente es literalmente una amenaza existencial para Estados Unidos», dijo Biden el año pasado en Iowa. «Este es un tipo que hace todo para dividir y asustar a la gente. Promueve el miedo y el odio».
«Donald Trump es el primer presidente en mi vida que no intenta unir al pueblo estadounidense, ni siquiera pretende intentarlo», dijo en junio Jim Mattis, un general retirado de cuatro estrellas del Cuerpo de Marines que fue secretario de Defensa de Trump. «En lugar de eso, intenta dividirnos».
No obstante, a pesar de las muchas controversias, el apasionado apoyo de muchos ciudadanos -especialmente hombres blancos, conservadores cristianos, población rural y gente sin educación universitaria- parece no disminuir.
«Me he unido a la arena política para que los poderosos no puedan seguir golpeando a la gente que no puede defenderse por sí misma», dijo Trump al aceptar la candidatura presidencial republicana de 2016. «Nadie conoce el sistema mejor que yo, por lo que solo yo puedo arreglarlo».
Los demócratas han acusado a Trump de situarse por encima de la ley y hacer caso omiso a las limitaciones constitucionales de los poderes presidenciales, al ignorar las citaciones del Congreso, al quejarse de un sistema de votación estadounidense «amañado», al negarse a comprometerse con una transición pacífica del poder si pierde ante Biden y al agredir a miembros del FBI y de las agencias de inteligencia estadounidenses.
Los críticos también dicen que Trump emplea engaños. Los verificadores de hechos han enumerado miles de ellos durante su presidencia.
«En realidad, a lo largo de mi vida, mis dos mayores activos han sido la estabilidad mental y ser muy inteligente», escribió Trump en Twitter en 2018, describiéndose a sí mismo como «un genio muy estable».
En los mítines como candidato y presidente, con su cabello dorado cuidadosamente peinado, Trump se empapó de la adulación de sus seguidores, muchos con gorras rojas de béisbol con la leyenda: «Devolvamos su grandeza a Estados Unidos». Aplaudieron sus burlas a los demócratas, progresistas y élites, así como sus ataques a los periodistas como «el enemigo del pueblo».
Pandemia y juicio político
La pandemia del coronavirus presentó un reto para Trump.
Puso en duda las mascarillas, promovió medicamentos no probados y predijo la desaparición del patógeno «como un milagro», actuaciones que, según muchos expertos en salud pública, costaron vidas y contribuyeron a un cataclismo económico. Cerca de 230.000 estadounidenses han muerto a causa de COVID-19.
Trump, que ignoró a menudo los consejos sobre el uso de mascarillas y el distanciamiento social, reveló el 2 de octubre que había dado positivo para el virus y luego pasó tres días hospitalizado recibiendo múltiples tratamientos para el COVID-19 antes de regresar a la Casa Blanca.
Los demócratas del Congreso intentaron sin éxito destituirlo de su cargo por la invitación de Trump a la interferencia extranjera en la elección. El año pasado Trump pidió a Ucrania, un aliado vulnerable de Estados Unidos que se enfrenta a la agresión rusa, que investigara a Biden y a su hijo Hunter por acusaciones de corrupción sin fundamento.
Trump se convirtió en el tercer presidente de Estados Unidos en ser enjuiciado cuando la Cámara de Representantes, dirigida por los demócratas, votó para acusarlo de abuso de poder y obstrucción al Congreso en el asunto de Ucrania. El Senado, controlado por los republicanos, mantuvo a Trump en el cargo al absolverlo en un juicio en febrero.
Trump se puso nervioso por las investigaciones sobre el papel de Rusia en las elecciones de 2016. Un fiscal especial nombrado por el Departamento de Justicia, Robert Mueller, documentó la interferencia de Rusia en las elecciones para sembrar la discordia en Estados Unidos, menospreciar a Clinton y ayudar a Trump. Mueller detalló numerosos contactos entre personas de la campaña de Trump y los rusos.
El mandatario calificó la investigación de «cacería de brujas» y declaró «una exoneración completa y total» en 2019, después de que el informe de Mueller no lo acusó ni a él ni a su campaña de una conspiración criminal con Rusia.
Mueller no exoneró a Trump de cometer obstrucción a la justicia al tratar de obstaculizar la investigación, pero el fiscal general William Barr, nombrado por Trump, lo absolvió posteriormente.
Trump evitó condenar a Moscú, dando públicamente crédito a las negaciones de Putin de interferencia electoral, mientras dudaba de las conclusiones de la inteligencia estadounidense. Trump elogió a Putin por su fortaleza, parte de un patrón de felicitación a líderes autoritarios, que incluyen a Kim Jong Un de Corea del Norte y Rodrigo Duterte de Filipinas.
Raza en EEUU
Las tensiones raciales se fueron acumulando durante la presidencia de Trump.
Las protestas contra el racismo y la brutalidad policial se extendieron a muchas ciudades, a veces acompañadas de violencia y saqueos, después de incidentes como la muerte a manos de un policía en mayo de George Floyd, un hombre negro de Mineápolis. Trump llamó a los manifestantes «matones», prometió mantener «la ley y el orden» y envió personal federal a las calles de algunas ciudades.
Los críticos acusaron a Trump de seguir políticas construidas en torno al «agravio de los blancos» en un país cuya composición racial ha cambiado. Incluso algunos compañeros republicanos expresaron su malestar por el hecho de que Trump no haya desautorizado a los supremacistas blancos.
Habiendo sucedido al primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama, Trump borró muchas partes del legado de su predecesor demócrata. Se alejó de un tratado internacional sobre el programa nuclear de Irán y de un acuerdo mundial para luchar contra el cambio climático, retiró protecciones medioambientales y congeló una apertura hacia Cuba.
La postura de línea dura de Trump hacia la inmigración fue un sello de su presidencia.
Cuando lanzó su campaña presidencial en 2015, prometió un muro a lo largo de la frontera sur, pagado por México, pero que el país vecino se negó financiar. Una de las primeras políticas que aplicó como presidente fue la prohibición de viajar a personas de varios países de mayoría musulmana, y además separó de sus padres a algunos niños inmigrantes detenidos.
Trump ha cultivado la imagen de un próspero empresario y negociador, pero tiene un historial de pérdidas financieras, quiebras y fracasos empresariales. Los documentos fiscales descubiertos por The New York Times en septiembre mostraron que Trump pagó sólo 750 dólares en impuestos federales sobre la renta en 2016 y otra vez en 2017 -y ningún impuesto sobre la renta en 10 de los 15 años anteriores- sobre todo porque informó de que había perdido mucho más dinero del que había ganado.
Numerosas mujeres han acusado a Trump de agresión sexual, algo que él niega. Trump se jactó en una cinta de audio de 2005 hecha pública en 2016 de que podía agarrar los genitales de las mujeres con impunidad porque era una estrella.
Su abogado personal, Michael Cohen, se declaró culpable de cargos relacionados con el dinero que pagó antes de los comicios de 2016 para que dos mujeres guardaran silencio: una actriz de cine para adultos y una modelo de Playboy, que dijeron haber tenido encuentros sexuales años antes con Trump, quien negó las relaciones.