Sí a La Nubia
Manizales, 06 de abril _ RAM_ Eso de montar en avión a mí me sigue gustando. Pero eso sí, que el tiempo del vuelo no dure más de cuatro horas. En mi disco duro, se me quedaron grabados dos viajes. Uno, hacia 1960 0 61, en la ruta Aeropuerto de Santágueda- Aeropuerto Eldorado de Bogotá, de una hora larga, y el otro, Eldorado – Aeropuerto internacional de Pekín o Beijing o Pequín, de 23 horas de duración, con escala de una hora en París, para desentumecer las piernas, en el 2004. Lo de los viajes y los aeropuertos son algunas de mis inquietudes. Y más interés aún me despiertan, cuando son de mi región.
No los voy a encarretar con lo que sucedió en esos viajes. El que salió de Santágueda, fue mi primer viaje en avión. Un tetramotor, según entiendo, sin características técnicas, porque de estos asuntos sé lo que una gallina de telegrafía. El Aeropuerto Internacional El Dorado Luis Carlos Galán Sarmiento, su nombre oficial, lo construyó el General Rojas Pinilla, entre 1955 y 1959. La idea del Aeropuerto del Café, en Palestina Caldas, le surgió a Gustavo Robledo Isaza en 1977. Y hasta el sol de hoy. Arrancaron ahora, con bombos y cornetas a la clonación del Aeropuerto de La Nubia, con miras a inaugurarlo en el 2023. Realistas y «Aeroescépticos» (Mario de la Calle), como muchos otros y yo, estamos de acuerdo con Germán Cardona Gutiérrez, ex ministro de Transporte, en el sentido de que no veremos el primer avión en esa pista, en lo poco o lo mucho que nos queda de vida. Tal es de inoficiosa y mal planeada lo de la faraónica obra, calificada con los términos de barril sin fondo y de elefante blanco.
El Monstruo lo llamé yo, hacia el año 2003, en sendas columnas que aparecieron en el quincenario La Verdad, al referirme al sueño deslumbrante pero inútil del Dr. Robledo Isaza: «Eso de construir un aeropuerto internacional en las goteras de Palestina para reemplazar al doméstico de La Nubia, nos preocupa y confunde. No conocemos los estudios técnicos y seguramente nos dirán que zapatero a tus zapatos, pero el sentido común se impone en tres apreciaciones. Primera: si la autopista del café nos va a dejar a una hora del aeropuerto de Pereira, ¿hay que darle vida a El Monstruo para sacar por aire a diez riquitos de Manizales y Chinchiná? Segunda: Si la demanda de pasajeros es mínima por la pobreza de la región y por los escandalosos precios de los tiquetes de los avioncitos de La Nubia, que obligó a Avianca a salir del mercado, ¿qué se pretende sacar o entrar por la pista de El Monstruo?. Tercera: ¿Sobrará platica para pavimentar las carreteras del Lejano Oriente (Manzanares, Marquetalia, Pensilvania, Samaná, Victoria) y estas vergüenzas cercanas como son las de Manizales, Arauca, Risaralda, Anserma o La Margarita, Belalcázar, Viterbo?» Remember que esto fue publicado en el 2003. Después he escrito miles de palabras que ratifican y amplían mis críticas al futuro Aeropuerto del Café Iván Duque Márquez, o Aeropuerto del Café Senador Mejía, o Aeropuerto del Café Oscar Mauricio Lizcano, si es que el joven político caldense alcanza a cortar la cinta inaugural cuando sea Presidente de Colombia.
Pero mientras Lizcano inaugura, los manizaleños no deben dejar que se toque a La Nubia. Ni que se boten platas en estudios sobre futura utilización de sus terrenos. Los deben aplazar por lo menos hasta cuando empiecen a rugir los motores en Palestina. Sí, Carlos Enrique Ruiz. El Aeropuerto La Nubia, como aeropuerto de cabotaje, como usted lo llama, a la mano, sin complicaciones, cercano, es la mejor opción para Manizales. Los que aspiren a vuelos internacionales, que lo hagan por el aeropuerto internacional de Matecaña, a una hora del parque de Bolívar de Manizales. O que esperen hasta unos treinta años, que es el tiempo en el que se calcula la salida de la primera nave con doscientos pasajeros, hacia Europa, África y Asia, del aeropuerto de Palestina.
Ojo diputados y concejales con dejar que gobernadores o alcaldes ensillen sin traer los aviones. Si dejan que dispongan de La Nubia, la vendan o la urbanicen, Manizales va a quedar como un villorrio, sin aeropuerto, pero con terminal de transportes y con Arzobispo. Y un consejo, sin cobrarles nada: léanse o reléanse los artículos de Mario de la Calle, de Guillermo Trujillo, de Gonzalo Duque, Carlos Enrique Ruiz o míos, entre otros, antes de sus debates, si es que los programan, alrededor de Aerocafé y La Nubia. En ellos encontrarán la suficiente ilustración.