martes julio 16 de 2024

La Constitución del 91, Yepes y de la Calle   

Por Augusto León Restrepo 

Bogotá, 04 de julio _ RAM_ Hernando Yepes Arcila fue elegido como Delegado a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, en una lista presentada por el Partido Conservador en la que figuraban entre otros Misael Pastrana Borrero, Augusto Ramírez Ocampo, Mariano Ospina Hernández y Carlos Rodado Noriega. Los aquí mencionados resultaron electos. Fueron 70 los Constituyentes.

A cada uno de ellos se le asignó una oficina en las instalaciones adecuadas en el Hotel Tequendama de Bogotá, situado a todo el frente, por la carrera 13, del Centro de Convenciones Jiménez de Quesada, sede de sus deliberaciones plenarias y de las comisiones respectivas.

Hernando Yepes me hizo objeto del altísimo honor de invitarme a hacer parte de su oficina, algo así como el equivalente a una unidad legislativa de los parlamentarios, pero reducida a un asesor y una secretaria. La oportunidad que me ofreció es motivo de mi agradecimiento perenne, ya que no solo recibí lecciones permanentes de sus pensamientos y exposiciones jurídicas, sino de disciplina y de claridad conceptual que siempre lo ha caracterizado en su brillante vida pública, en la Academia y en el desempeño profesional como Abogado. Sus intervenciones en la Asamblea y en las discusiones preliminares en la Casa del Partido Conservador, equivalieron para mí a un diplomado en constitucionalismo, en ideología e historia política. Mi reconocimiento, apreciado Hernando.

El Partido Social Conservador presentó un proyecto de Reforma Constitucional, producto de prolongadas disquisiciones de sus cinco constituyentes. En ese extenso y fructífero foro, a puerta cerrada, Yepes, Ramírez, Ospina y Rodado, desplegaron todas sus capacidades intelectuales para impregnar de ideología conservadora, que no conservadurista, su iniciativa de enmiendas, en especial en lo relacionado con los derechos y garantías sociales y con los nuevos conceptos de la defensa del medio ambiente, de la ecología, cuyos artículos consignados en la nueva Carta, referentes al tema, tienen la inspiración y la impronta de Misael Pastrana Borrero, con la colaboración muy decisiva de mi coterráneo, de Anserma Caldas, ya fallecido, Gustavo Orozco Londoño, traído en comisión del Instituto Humboldt, donde desempeñaba un cargo directivo.

Y una circunstancia que tengo que resaltar. Fueron tan destacadas las intervenciones de los constituyentes, en las reuniones en que se tamizaron la redacción y los contenidos de los proyectos que debían llevarse a la Asamblea, que en una ocasión me dijo el Dr. Misael Pastrana, que había que mostrar, rodear, promocionar a sus autores, porque en ellos encontraba las figuras más prominentes del Partido con miras a candidatizarlos para la Presidencia de la República. La ineluctable muerte segó la vida de Misael Pastrana (1997+), Augusto Ramírez Ocampo (2011+) y Mariano Ospina Hernández (2018+)

Y hoy 4 de julio, se cumplen treinta años de la promulgación de la Constitución Política de la República de Colombia de 1991, promulgada en la Gaceta Constitucional número 114, de esa fecha, pero un día jueves. Y en el acto solemne de su expedición, a coro por el trío de los presidentes de la Asamblea, Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa Uribe y Antonio Navarro Wolff, el caldense Humberto de la Calle Lombana, recibió un espontáneo homenaje que lo catapultó en forma definitiva al mundo de la política.

Cuando el Presidente de la República, César Gaviria Trujillo, mencionó su nombre para resaltar su papel protagónico en la aprobación consensuada de la Carta Magna, conocida también como la Constitución de los Derechos Humanos, los constituyentes, todos a una, irrumpieron, de pie, con una apoteósica y larga ovación, que nos estremeció y conmovió a sus amigos de vieja data, entre los cuales nos contamos, y que fue un merecido reconocimiento a su presencia, a su trabajo tenaz y casi obseso, en las deliberaciones del cuerpo colegiado y en sus comisiones, con sesudas exposiciones jurídicas, políticas, sociológicas, ideológicas, en busca del consentimiento mayoritario para las ideas del gobierno que representaba.

Alfonso López Michelsen en esa oportunidad pronunció esta frase, refiriéndose a De la Calle, a su tarea desempeñada y al reconocimiento unánime de los participantes en la histórica labor constitucionalista: «Ha nacido una estrella», transcrita en la portada de la Revista Semana, que en esa oportunidad y por primera vez fue dedicada a exaltar al tímido pero enjundioso Humberto de la Calle.

Yo creo, sin lugar a equivocarme, que el empeño y la entrega de De la Calle en la empresa que le encomendó el Presidente Gaviria, la paciencia benedictina con que asistió a las sesiones del colegiado, en las que era el primero en llegar y el último en salir y su virtuosismo para conciliar sin causar heridas en sus oponentes o contradictores, pero siempre vertical y firme en sus convicciones liberales, hizo que años después el Presidente Juan Manuel Santos hubiera tenido el acierto de designarlo somo jefe de la delegación estatal que llevó a término el cese al fuego y el Acuerdo de la Habana con el grupo subversivo de las Farc. Consecuencias inimaginables para el país, hubieran sucedido si Santos se hubiera equivocado de delegatario, así se haya querido devaluar el preponderante papel de De la Calle en ese proceso, que, si hubiera fracasado, estarían inundando sus actores de más sangre y víctimas inocentes las calles y los campos de nuestro martirizado país.

La Constituyente del 91, fue la ocasión propicia para que dos coterráneos, egresados de las aulas oficiales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Caldas, hubieran descollado con derroche de sindéresis en las altas esferas de la juridicidad y del pensamiento colombianos. Y esto que acabo de escribir es solo una aproximación a su lucida y lúcida presencia en el escenario histórico de la Asamblea Constituyente de 1991. Sus anales, son los que atestiguan de sus desempeños. Yo solo soy un relator de unos aspectos de ellos, que he querido concretar en el estrecho espacio de este artículo periodístico. Pero, eso sí, un afortunado espectador del despliegue de sus iluminados talentos al interior de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

Post scriptum: Esta columna, en unas semanas, después de unas cortas vacaciones de su autor.

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