REVOCATORIA A UNA POETA
Por Ana Mercedes Vivas
BOGOTA, 27 de octubre,2021_ RAM_ Me permito informar a las redes sociales que los señores de la UGPP van a demandar a Maruja Vieira para revocarle su pensión de Cajanal de $1.800.000. De tal forma que sólo le quede la de sueldo mínimo de Colpensiones. Es decir, va a tener que ir a temas legales a sus 99 años porque le quieren aplicar la ley 100 (que dice nuestra abogada no es aplicable en su caso). Toda la información se encuentra disponible para los amigos de la prensa
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Alguien me preguntó por qué estaba contando a los amigos en las redes y en los medios, este tema de Maruja. Si no era más fácil seguir simplemente en lo jurídico para embolatar el asunto varios años de papeles y trámites. Yo le contesté que siendo mi madre y yo dos personas acostumbradas a librar batallas las dos juntas toda la vida, con una familia pequeña (recuerden que yo soy hija única y que mi padre murió antes de yo nacer, tampoco con marido ni hijos) pues mi familia son los amigos. Y cómo he visto que están allí. Gracias.
En todo caso, lo único que yo he tenido por Herencia son las palabras. Son mi única arma. Tanto para mi profesión como para la vida.
No tengo mucho más. Esa es la Herencia de mis padres. A raíz de la columna de Adriana Villegas en La Patria que dice que mi espera que el poema Herencia que me dedicó mi madre no sea demasiado literal, les dejo el texto completo porque sí es literal: esta es mi herencia.
Herencia
El mundo que te dejo por herencia,
hija mía,
no es material,
trasciende forma, tiempo, espacio.
Es el castillo del Fantasma de Canterville,
el muro del Gigante Egoísta,
el salón de los espejos de la Infanta.
(En ellos nunca te verás fea
como el enanito del bosque)
El monasterio de Mallorca,
donde Chopin encontrò la música
del Nocturno de la Gota de Agua.
El barranco entre olivares de Granada
donde sueña con la muerte García Lorca.
La tumba humilde de Antonio Machado,
en Colliure, junto al mar, el exilio y el llanto.
El bosque francés donde Juana de Arco
oyó voces que le ordenaban
cortarse los cabellos, vestir armadura
y salir al combate.
Una mesa del Moulin Rouge en Montmartre,
la escalera del castillo de Albi
en Languedoc.
Más tarde sabrás de él.
Era como el enano
del cumpleaños de la Infanta,
pero mucho màs triste.
Se llamaba Henri de Toulouse-Lautrec.
La hiedra de la casa de Axel Munthe
en San Michele.
El vuelo de las golondrinas de Capri,
cuando el invierno esparce
misteriosos encajes
sobre el espejo azul del Mediterràneo.
El anexo de Ámsterdam,
donde Ana Frank esperaba el amor
y fue la muerte
la que tocó a la puerta.
La cabeza blanca de Selma Lagerlof
en su biblioteca de Suecia,
la estatua de la Sirenita
de Hans Christian Andersen
en el puerto de Copenhague
en Dinamarca.
Y esta noche
la corona de llamas de Santa Lucía
en la temprana oscuridad escandinava.