Alertas electorales
BOGOTA, 13 febrero,2022_RAM_ Esto es en serio. No había visto en mis largos años de vida, que en la prensa y en los medios de comunicación orales, la televisión y los medios electrónicos, tanta preocupación por el tema electoral y muy en especial por el evento democrático del próximo trece de marzo del presente año. En general, son advertencias sobre un posible fraude, que, digámoslo de una vez, es el, argumento que esgrimen los perdedores que fracasan en sus cálculos victoriosos-. En años y años, desde el mismo día de las elecciones, se han denunciado presuntas y reales trampas en relación con la jornada democrática. Que se engavetan o que, en pleitos interminables concluyen cuando los supuestos implicados ya han disfrutado de sus curules y de sus prebendas.
No voy a hacer eco de las acusaciones de Andrés Pastrana, que circulan en en la edición de la revista Semana de hoy domingo, sobre unos presuntos fraudes que se han fraguado ya desde España, basados en reuniones de interesados, como Petro, en los resultados de la consulta de candidatos y de la contienda final entre los finalistas para optar a la presidencia de la república, con quienes fueron contratados para realizar la parte electrónica por la Registraduría Nacional del Estado Civil, Indra Sistemas S:A.
No. Es que la regadera que ha montado Pastrana, me parece una verdadera charada, un enredijo de indicios, mas propios de la suspicacia interesada del expresidente, a quien, en lo ultimos meses le ha dado por mostrarse como el Gran Hacedor de nuestra historia, a cuyo lado, los demás primeros mandatarios, han sido unos pigmeos. No. Pero aun cuando así sea, el Registrador y quienes fueron afectados por la escopeta de fisto del expresidente, tienen que salir al quite y dar las explicaciones del caso. No sea que lo que califico de suspicacia, en efecto sea un complot para «arreglar» las elecciones y estemos a la puertas de un monstruoso episodio que comprometería la paz y el sosiego, presente y futuro de nuestro país. Hay que exigirle a los empleados del Estado, que a tiempo, desmientan las falacias de que son objeto. Y que las autoridades tomen cartas en el asunto, y cuando se amerite, aún de oficio, atiendan las señalizaciones. Las engavetadas, tan comunes en nuestra justicia, en asuntos electorales también, no deben ser fáciles disposiciones para poner oídos sordos o para hacerse los avestruces y meter los ojos en la tierra.
La imaginación de los hampones no da tregua. Desde jaquiadas hasta elementales expedientes, conocidos desde tiempos inmemoriales, como poner a los muertos a votar, pueden estar en sus miras. Esto lo deben saber de sobra los señores de la Registraduría. Pero como estamos en Colombia, donde nadie sabe donde está parado y se brinca a la torera lo de su competencia, ha sido la Fiscalía General de la Nación la que ha presentado alertas tempranas sobre ciudades y pueblos en los que puedan presentarse eventos anómalos en relación con las próximas elecciones. Vamos al canto y copio textualmente de Blue Radio: «El 70% del país está en riesgo electoral medio y alto: La Fiscalía presentó el mapa de riesgo electoral que muestra las zonas en las que hay mayor peligro de que se presente corrupción, con base e algunos indicadores como delitos contra la administración pública, censo lectoral y presentación de actores ilegales.»
De acuerdo con el estudio del ente acusador, para 2022, del total de municipios del país, 258 tienen un nivel de riesgo alto de presentar delitos por corrupción electoral, 526 tienen riesgo medio y 338 riesgo bajo. Como quien dice: estamos llevados. De ahí, que todos y cada uno de quienes salimos a votar, nos vamos a tener que convertir en testigos electorales. Ahí les dejamos la inquietud. Volveremos sobre el tema y el informe de la Fiscalía. Ahora lo que falta es que a la Registraduría le dé por analizar la criminalidad del país. Y no le preste atención, a lo que a través de nuestra historia han sido causas de violencia inmediata: las trampas, el fraude en las elecciones, que traicionen los resultados de las urnas. Es un incendio en ciernes que bien se puede evitar.