Futbol y actitud
Por Esteban Jaramillo Osorio
BOGOTA, 13 febrero,2022_RAM_ El Once Caldas es portador de buenas noticias porque está echando bases sólidas para una idea…Un estilo.
No hay estrellas, pero hay equipo. Ninguno de los futbolistas elegidos por el entrenador, chupa rueda. Todos jalan del pelotón. Todos ponen el pecho. Todos corren hasta la extenuación y todos sienten los efectos del triunfo. Por eso el invicto.
La presión en punta, arrebatadora, es una ofrenda al sacrificio. No es fácil hacerla con insistencia y regularidad. Muchos balones recuperados en zona ofensiva han provocado nudos en los defensores rivales cuando pretenden jugar desde el fondo. Fatalidad lo llaman los rivales.
Ante Junior el Once hizo todo para ganar. Tenía un plan y lo ejecutó con oficio, desde la solidez de su portería hasta la delantera, donde Valdez, sin visión de gol, pero con aplicación táctica, luchó cada balón, pivoteo, hasta que se le agotaron las piernas. Se trata de jugar y hacer jugar.
Fue rítmico el equipo que dirige Corredor. Asumió riesgos, corrió sin frenos, rompió el poderío de Junior, que de tiburón pasó a ser un gato manso y marrullero, sin credenciales en el campo, cuya única fórmula fue la de tenderle trampas al árbitro con infracciones fingidas en el área. Por eso, en parte, la silbatina para Borja, quien trotó como un burgués, sin ambiciones como lo hace en la selección.
Su defensa a cada ataque se mecía como un barco en tormenta.
El gol de Córdoba, un jornalero que se gana cada peso de su sueldo, de libreto: un cabezazo formidable trabajado en el pizarrón que viene dando rentas.
Como es costumbre, la angustia por fortalecer el resultado produjo estremecimientos en la agonía del partido, con equivocaciones de «aprendices». El partido mental.
Pero estaban el bombero preferido de los aficionados, Ortiz, el portero, y Cardona, un tenaz defensor de la casa, polifuncional, que se juega la vida en cada choque.
Demuestra este último, como lo hacen los dos Quiñones, que muchos juveniles con aspiraciones se ganan el derecho en las canchas y no en las roscas o en los medios.
Mucho hay por corregir, especialmente en los espacios intermedios, cuando se pierde el balón, porque la presión en ataque no es suficiente. Correr hacia la propia portería también tiene sus riesgos. En ocasiones perseguir a los rivales es de manicomio. Esteban J.
Twitter: @estejaramillo