Peregrinación recuerda 20 años de masacre de Bojayá, un dolor que no termina
Ricardo Maldonado Rozo
Bojayá (Colombia), 2 may (EFE).- Con una peregrinación hacia el pueblo donde hace 20 años cerca de un centenar de personas fueron asesinadas en la masacre de Bojayá, comenzó este lunes la conmemoración de esa matanza, una de las peores del conflicto armado colombiano y una tragedia que no termina.
Esa masacre, que dejó una marca indeleble en la historia del país, ocurrió el 2 de mayo de 2002 cuando un cilindro bomba lanzado por la guerrilla de las FARC durante un combate con paramilitares cayó en la iglesia de Bojayá donde habían buscado refugio buena parte de sus habitantes.
El número total de muertos nunca se supo, pero las cifras varían entre 79 y 119, además de decenas de heridos.
Según la Justicia Especial para la Paz (JEP) «en la masacre de Bojayá (Chocó) fueron asesinadas más de un centenar de personas; 70 quedaron heridas y, tras los ataques, al menos 1.700 personas se desplazaron forzosamente de este territorio».
Para conmemorar esa tragedia, la procesión partió hoy de Bellavista Nuevo, el pueblo que se construyó a orillas del río Atrato como cabecera municipal de Bojayá después de la matanza, y llegó hasta el Bellavista Viejo, donde están las ruinas de la iglesia.
En el recorrido de unos 10 minutos en lanchas por el río Atrato, porque no hay carreteras en la zona, sobrevivientes y familiares de las víctimas, acompañados por indígenas, autoridades, diplomáticos y representantes de organismos internacionales llevaron el «Cristo Mutilado», que estaba en el altar de la iglesia destruida, y que se convirtió en símbolo de la matanza.
Recuerdos del horror
«Yo perdí a mi papá y a mi hermanito, unos primos y perdí muchos familiares. Para mí es muy duro y doloroso llegar acá porque me invade la nostalgia, me da mucha tristeza venir acá porque son muchos recuerdos», dijo a Efe, con lágrimas en los ojos, Faustino Flores Palacios, que tenía 12 años cuando fue perpetrada la masacre.
Flores, hoy de 32 años, afirma que la matanza le cambió la vida por la pérdida de los familiares cercanos y lamenta el abandono en que viven los habitantes de Bojayá y del selvático departamento del Chocó, uno de los más olvidados del país.
«Hace dos años también perdí a mi madre a causa de lo sucedido; a ella le dio cáncer, no pudimos tratar la enfermedad y ella falleció, es muy doloroso la verdad, me da mucha tristeza», agregó.
Dos décadas después de aquel fatídico 2 de mayo, la violencia sigue siendo un protagonista de la vida diaria en los pueblos y caseríos situados a orillas del Atrato donde, según habitantes de la zona, se imponen a la fuerza las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), herederas de los paramilitares.
Las AGC controlan buena parte del Chocó y en otros lugares de ese departamento es la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) la que manda.
Flores cuenta que si bien es cierto que tras la matanza de Bojayá les construyeron un poblado nuevo, con un parque y una biblioteca, aún no tienen hospital, los servicios públicos son precarios y la violencia sigue.
Pedidos de paz
Por eso, en la procesión de hoy, los habitantes de Bojayá, vestidos de blanco en su mayoría, llevaban globos del mismo color y cirios encendidos para pedir paz para su pueblo y más atención del Estado a sus necesidades.
«Las víctimas no olvidan a sus muertos y piden verdad, reconciliación y paz», manifestó en sus redes sociales la Comisión de la Verdad, que junto con la JEP, organismos creados a partir de la firma del acuerdo de paz de 2016 con la guerrilla de las FARC, encabezan las conmemoraciones.
Una vez la procesión llegó al antiguo pueblo, el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, ofició una misa en la cual las mujeres cantaron los tradicionales «alabaos» del Pacífico colombiano.
Las conmemoraciones continuarán a lo largo del día con el coloquio «Bojayá y Chocó conmemorando 20 años entre la guerra y el olvido» y otras actividades. EFE