Consignas a los militares
Yo tenía muchas ganas de que se llegara el día y la hora de que el presidente del Congreso le tomara el juramento al presidente de la República. Me producía cierta desazón ver que a medida que el doctor Petro iba notificándoles las designaciones a quienes llamó para ocupar importantes ministerios, los agraciados salían como rayos, a darse sus toques de vanidad y a considerarse como directores de la orquesta nacional o como consagrados solistas y a interpretar a su manera la partitura, que no conocían u olvidaban adrede. O a invadir los atriles vecinos y apropiarse de las notas que no les correspondían. Bueno. Ya llegó con su batuta el director en propiedad y los músicos en sus asientos respectivos están atentos a sus movimientos e indicaciones.
Esto es lo más conveniente. Que quien dirija, se robe los aplausos. O los rechazos. En estos quince días de gobierno, Petro ha fijado con claridad para donde es que quiere girar la nave estatal. Sus primeras intervenciones ante los gremios como la Andi y la Asobancaria, de cuyo análisis ya se han encargado expertos en el tema, se efectuaron dentro de un clima de respeto y de controversia cordial. No conozco los resultados del aplausómetro en los eventos del sector privado, porque las cámaras y los micrófonos no lo registraron. Pero tampoco registraron rechiflas.
En particular, estuve pendiente de la presentación del presidente Petro ante los mandos militares. Debo decir, en principio, que estaba prevenido sobre el hecho de que pudieran presentarse algunas manifestaciones públicas de protestas por parte de algunos militares retirados y de la reserva, que a través de las redes sociales han expresado su total desafecto por el nuevo régimen, incluso hasta con invitaciones al desacato y a la desobediencia militar y civil. Nada de ello ocurrió. En las ceremonias con la Policía y el Ejército, el protocolo se cumplió con toda la rigidez y el brillo de que hacen gala las instituciones militares colombianas, valga reconocerlo, sin actos perturbatorios ni de rechazo. Y esto hay que recalcarlo. El espíritu civilista de nuestras fuerzas armadas, se ha hecho visible en estos primeros días. Y hasta ejemplar. El clima de confrontación se ha agudizado, duro y sin contemplaciones, en el campo de la política, como debe ser. La beligerancia ni la deliberación pueden contaminar la milicia.
Petro les ha hablado claro y a los ojos el estamento militar. Y diferente. Asumió con decisión su papel de jefe máximo, tal como lo señala la constitución. Y recalcó como lema, que las armas deben emplearse más para la paz que para la guerra. Tanto en la transmisión de mando en la Policía, como en la tarde noche de ayer sábado, en la ceremonia de presentación y reconocimiento
de tropas y de la nueva cúpula militar, insistió en que ahora será la seguridad humana la que se debe establecer y cuyos indicadores para medirla «no son las de las bajas, son los de las vidas…Cómo se disminuye el riesgo de morir? de eso se trata la seguridad humana. Por tanto, los indicadores no son los de las bajas. La pericia de un mando o de un oficial o de un comisario debería ser cómo salvar la existencia humana, lo que incluye, indudablemente, el desmantelamiento de las organizaciones multicrimen».
Para quienes, como yo, creemos que primero está la vida y después la paz, como valores absolutos, las consignas del presidente Petro nos invitan una vez más a reflexionar sobre las utopías. Por consiguiente, recomiendo la lectura de sus intervenciones ante las Fuerzas Armadas y la Policía de Colombia. No las he digerido en su totalidad, pero me parecen seductoras y edificantes.
Post scriptum 1: falleció hace unos días en la ciudad de Bogotá, Edilberto Corrales Torres, ciudadano ansermeño de reconocidas condiciones personales y cívicas, amigo y camarada de todas las horas. Para su familia y sus amigos, su desaparición ha sido penosa y lamentable.
Post scriptum 2: Curiosos, por decir lo menos los juramentos de los nuevos altos mandatarios del Estado laico colombiano: Roy Barreras le pidió a Petro jurar ante Dios cumplir las obligaciones a su cargo y Petro lo hizo ante Dios. Y los jefes de las Fuerzas Armadas, juraron ante Dios y la Virgen María…