PANORAMA Diálogos con sobrevivientes para seguir viviendo.
La decisión y voluntad de la gente desposeída de la periferia de nuestro país, quedó impresa en la conciencia de todos como un eco vibrante de voces, que demostraron democráticamente su voluntad. Incorporando en su totalidad el rechazo a una absurda institucionalidad que dilapida los recursos dirigidos a la salud, educación, vivienda, servicios públicos y vida digna.
Bajo este apoteósico acontecimiento, los ciudadanos del contexto nacional, todos, aclaman ansiosos un nuevo clima de armonía y entendimiento para construir un nuevo país.
Lo vivido, es una señal inequívoca, que estamos ad portas de un nuevo comienzo. Muchas expectativas; también, incertidumbres. En otras palabras, el pueblo, anhela recobrar los espacios que les ha ido quitado el accionar de una sociedad en decadencia en los más variados y disímiles procesos de miseria y perversidad.
Esta Colombia marginada, estigmatizada e irredenta que se alza irreverente tras siglos de discriminación, olvido, abandono, odios, rencor, tiranía, corrupción y caos, es precisamente la que nos obliga a cambiar como sociedad. Nos motiva de manera unánime a entrar a un Acuerdo Nacional. Afortunadamente por medio del ejercicio del voto popular acabamos de encontrar la órbita de una nueva visión y dimensión que propicie el aniquilamiento de tanta desigualdad.
La visión que tenemos los Colombianos de mejorar nuestra calidad de vida, debemos confrontarla con base en consensos de acción frente a miles de metas y retos compartidos.
Cumplir necesidades básicas o fundamentales para la subsistencia como la salud, educación, vivienda, empleo, recreación, protección a un conglomerado, conllevan a un marco ambiental sano. Así que, necesidades satisfechas con productos y servicios de manera oportuna, entregar a cada quien lo que se merece, son derechos que se deben respetar; los fundamentales más, en un Estado de derecho.
El proceso eleccionario del pasado reciente, nos permite celebrar la esperanza y posibilidades de cambio. Por ello, es menester que todos los partidos políticos, respeten nuestro sistema democrático y asuman la responsabilidad de potenciar y valorar al pueblo como la máxima prioridad.
En tal sentido, los diálogos y acuerdos que se anuncian se deben diseñar sobre la base de construir la unidad que el país requiere, formular políticas públicas reales y accesibles que lleguen a la gente, en especial a los más vulnerados.
De tal manera, se espera que el programa de gobierno del Presidente Gustavo Petro, instituya una nueva política profunda, sin odios ni rencores, que desarraigue el lastre del clientelismo, al igual que las prácticas perversas entorno al andamiaje de la cosa pública y se desarrolle todo el potencial democrático de manera diáfana y transparente. En síntesis, la propuesta de reconciliarnos que expone el recién elegido presidente, facilite desde ya una actitud coherente y de principios éticos y morales, construir la unidad con firmeza y responsabilidad. Todos a trabajar por el bienestar del tejido social, Petristas, Uribistas, Conservadores, Liberares, y demás vertientes políticas, grandes, medianas o pequeñas; a todos nos corresponde hacer la tarea.