domingo noviembre 17 de 2024

Ni hablar del peluquín

18 noviembre, 2022 Opinión Andrés Hoyos

Andrés Hoyos

La frase del título viene que ni mandada hacer para referirse a lo que está pasando ahora en la política de Estados Unidos. Trump, don Peluquín con mayúsculas, acaba de recibir una paliza electoral que podría poner fin a su disparatada y maligna carrera política.

En las elecciones de mitaca en ese país (así les solíamos decir en Colombia), lo corriente solía ser que el partido del presidente electo dos años antes perdiera bastantes escaños en la Cámara de Representantes y en el Senado. Esta vez se esperaba una desventaja de 30 representantes y serán por ahí cuatro o cinco. En contraste, en el Senado el Partido Demócrata no solo mantuvo su precaria ventaja, sino que podría aumentarla en un escaño tras el desempate del estado de Georgia, algo muy raro, sobre todo para un presidente poco popular como Biden, y con la economía de espaldas. En adelante los republicanos van a necesitar cerca del 100% de respaldo para pasar cualquier proyecto en la Cámara y ni hablar de superar el veto de Biden. No habrá con qué. ¿El culpable? Claramente Trump, quien seleccionó a la mayoría de los candidatos. En apretada síntesis, la población no confía en él y no lo quiere de regreso en la Casa Blanca.

Algunos nos temíamos que su predominio se ratificara, pues un importante contingente de la derecha americana le ha comprado al expresidente las fantasías más extremas y locas. Una voz interna me solía decir: eso es lo que quieren creer; ¿quién los va a convencer de lo contrario? Si en últimas tantos electores optan por dar el poder a los negacionistas de las elecciones, ni modos. Es evidente que hechas todas las cuentas, don Peluquín ha resultado un potente factor de división entre los republicanos. La propia realidad política está convenciendo a muchos del error y con frecuencia los lleva a votar por el partido de sus adversarios históricos o a abstenerse. Por su parte, la mayoría de los magistrados de la Corte Suprema va camino de volver ilegal el aborto en medio país, dando al otro lado argumentos muy potentes. Tampoco tienen presentación las imágenes de lo acontecido el 6 de enero de 2021, cuando un número grande de activistas del “partido del elefante” básicamente quería traicionar el régimen democrático y dar a las malas la presidencia al candidato perdedor.

La agenda extrema seguirá, claro, por ejemplo en la Cámara de Representantes, donde pese a la pequeña mayoría que les quedará a los republicanos, van a intentar detener por la vía de las investigaciones a la administración Biden. Sin embargo, lo más probable es que los intentos más audaces de Kevin McCarthy y su banda se estrellen por falta de quórum.

Nada de raro tendría que el negacionismo electoral siga y al final se le devuelva a la derecha a la manera de un bumerán. Porque la mayoría de los votantes rechazan el extremismo. Nada de “marea roja”, el color que simboliza al Partido Republicano. Sin embargo, me atrevo a pensar que tabuladas todas las cuentas lo más probable es que Trump sea el candidato por inercia, no Ron De Santis, y que pierda como perdió en 2020. De nuevo se negará a aceptar el resultado, pero… en este tipo de películas las segundas partes suelen ser muy inferiores a las primeras.

En fin, no es tan grave que la derecha en Estados Unidos sea fuerte; lo grave es que predomine en ella el deseo de echar las Constitución a la caneca.

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