PANORAMA Se da la mano y se quiere tomar el codo
Por: Jairo Franco Salas
Cierta mañana escuché ésta conversación solicitud, donde una persona le decía a su próximo vecino: Quisiera tomar café, pero no tengo dinero, tampoco azúcar; el vecino no ajeno a esa petición, le dijo : espera un momento, presuroso llegó a su despensa y apareció en escena con café y azúcar, entregando al solicitante lo requerido, que se marchó a prepararlo; a los pocos minutos apareció nuevamente y le pidió al vecino pan en el umbral de la puerta cuando se disponía a salir para el trabajo, entró a la casa y le dio un pan de setecientos pesos, de los que no hace mucho tiempo costaban quinientos. Este caso, sencillo, tiene asidero, razón, son innumerables, pero no se justifican, el referido peticionario ya tenía la costumbre con varios residentes de la cuadra. Son casos que no se justifican, son personas que se aprovechan de la buena fe de otras, reiterando no solo esta conducta, sino muchas más; acostumbran a actuar así y no encuentran otra forma de vivir; tampoco, buscan el correctivo para mejorar. Bueno es cilantro, pero no tanto, dicen por allí. No incurramos en el delito de abuso de confianza.
Creemos que muchos de ustedes han escuchado y replicado la frase: Pide más que deme; algo muy habitual en estos momentos; expresión sumada a la del título de la columna, son muestras claras que ya no se pide una cosa, se incrementa otra y otras y por eso manifestamos sin dudarlo que cuando se da la mano, se quieren tomar el codo.
Enseñar a pescar y no dar el pescado, viene cono correctivo al caso, pero, pero es que esta costumbre está tan incrustada en este país, que será difícil cambiarla, Todo cambio, requiere, requiere un cambio de cultura.
Qué podemos decir de otra frase que se considera por muchos en éstos momentos: Se quiere pescar en río revuelto: mejor dicho, aprovechar mejores circunstancias, para sacar provechosos resultados; no está nada mal si es razonable y se puedan solucionar tantos conflictos que en la actualidad vivimos, suplir necesidades que requiere la población colombiana y así disminuir la desigualdad social.
La realidad es que no descubrimos a tiempo lo que está tramando esa persona con nosotros al tomarnos el codo, prácticamente nos está engañando de manera sutil, sagazmente con argumentos poco creíbles, solo para satisfacer sus necesidades o caprichos. Al que le están tomando el codo, más temprano que tarde notará que se están burlando de él, de inmediato debe tomar correctivos, no ser permisivo de lo contrario se convertirá en un alcahuete.
Debemos intervenir y profundizar éste tema, sacando a flote soluciones que cambien la mentalidad de los que actúan así; de lo contrario las futuras generaciones sufrirán este flagelo; desprendernos de tanto atomismo, ya que prácticamente vemos que queremos todo fácil y de inmediato.