Petro de tumbo en tumbo
Juan Manuel Ospina
Gustavo Petro es hoy la principal víctima de su (grandi) elocuencia. Se extasía oyéndose a sí mismo, cuando le habla no a sus compatriotas, tampoco a la humanidad, sino a «La Historia», así con mayúsculas, o tal vez más modesto, a su ego inmarcesible. Sea lo que sea, la verboragia lo está metiendo, ya como Presidente, en un embrollo que a todos, como colombianos, nos salpica.
Parece olvidar que ya no es el congresista que tenía la posibilidad de la irresponsabilidad verbal parlamentaria, tampoco el candidato que podía darse el lujo, para pescar votos, de ser simplemente irresponsable en lo que dice y promete. Resulta que es el Presidente de la República, la cabeza del poder Ejecutivo, con la responsabilidad y la tarea democrática para hacer, para ejecutar «aquí y ahora», y no simplemente especular, soñar o atacar en voz alta. Lo que dice y no dice, el cómo y el cuándo lo dice, no es asunto adjetivo, no es una simple especulación, es el poder del Estado quien habla. Esto Petro no lo entiende, o en su soberbia, no le importa. La suya es una irrealidad elocuente que, en vez de aclararle a él y a Colombia, su futuro, el camino a seguir, la tarea a realizar, se enreda y nos enreda.
Hablemos de sus ruidos, que a mí y me perdonan la petulancia, me tienen en shock y conste que brego por no caer en la enfermedad infantil del petrismo/antipetrismo, ambos plenos de pasión y emocionalidad y poco razonamiento. Pero definitivamente Petro no ayuda. Unos ejemplos de estos días: su ataque infundado y desinformado sobre el programa de nutrición infantil con la bienestarina; que se puede hacer más, que se necesita hacer más, creo que nadie lo discute, pero que el problema se le achaque a este producto que según el Presidente es caro y malo y que además se hace con ingredientes importados que a su vez le generan más atraso y pobreza a nuestros campesinos… increíble, y para rematar hace un nombramiento en la dirección del ICBF que ni hablemos.
Pero sigamos con la lista. Pasemos por encima del enredo y la improvisación en la compra fallida de unos costosísimos e innecesarios aviones de guerra y aterricemos en la paz total, concretamente en la tregua y cese de hostilidades que durante seis meses abriría el camino a esa paz total, tan confusa como es rimbombante su nombre (¡petrista!). Oh sorpresa, ni el ELN ni las Fuerzas Armadas habían sido informadas de una decisión vuelta titular de prensa mundial y la salida no podía ser más facilista: mandar al ministro del interior Prada a bajarle el tono a la embarrada en materia grave. El punto es crítico, pues con la paz no se juega y no puede ir echando globos un Presidente que se cree la voz de Dios, ante la cual los hombres y la realidad simplemente se agachan.
Escrito lo anterior escucho la última ocurrencia de nuestro grandilocuente Presidente: pasar de golpe a 750.000 personas de prestación de servicios del Estado a nómina. Es tan absurdo e irrealizable que no merece ni un comentario.
Presidente, con todo respeto, apréndale a Lula con su discurso claro, avanzado pero realista. Al otro día de su posesión ya empezó a ejecutar en un tema de vida o muerte para la humanidad, sobre el cual usted mucho ha hablado, pero… Lo primero que hizo Lula, expedir un decreto que establece el Fondo Amazonía… Obras son amores y no simple palabras, que se lleva el viento.