La mala hora
Gustavo Gómez Córdoba
Caracol Radio
6AM HOY POR HOY
El señor presidente de la República fue contundente en su comunicado dirigido a la opinión pública, invitando a la Fiscalía a adelantar investigaciones. Dijo: “confío en que mi hermano (Juan Fernando Petro) y mi hijo (Nicolás Petro) puedan demostrar su inocencia, pero respetaré las conclusiones a que llegue la justicia”.
Asegura el presidente que sus palabras tienen que ver con rumores sobre la manera en que se estarían haciendo contactos con personajes al margen de la ley en el escenario complejo y reservado de la Paz Total.
Hace bien el presidente. Es una muestra de su compromiso ético con un proceso que soñó toda la vida poder liderar después de ganar unas elecciones presidenciales. Elecciones durante las cuales su hermano y Danilo Rueda, hoy Alto Comisionado de Paz, visitaron a personas privadas de la libertad, para sostener conversaciones de incierta factura que reveló el periodista Ricardo Calderón y que la opinión pública conoce como el Pacto de la Picota.
No fue menor la andanada que aguantó Calderón, a quien, qué ironía de la vida, el entonces candidato fustigaba y ahora pareciera darle cierta razón ya como presidente.
Hay aquí un detalle que no es menor: el comunicado se refiere al hermano y al hijo, ambos ampliamente mencionados aquí, en 6AM, durante las últimas semanas, precisamente por todo lo que hoy preocupa al presidente.
No hay mención alguna del Alto Comisionado. El detalle, digo, es que se ve atado de manos el presidente para mencionarlo, pues el Alto Comisionado, a diferencia de los Petro, es funcionario de este gobierno. La lectura que cualquiera puede hacer a estas alturas es que el presidente sabe lo que se viene en materia de venta de cupos en la paz, nombramiento negociado de delincuentes como facilitadores y promesas, previo pago, de no extradición.
Súmesele a eso las revelaciones a Semana de la exesposa de Nicolás Petro contando que personas de la más baja calidad moral le entregaron dineros en el convencimiento de que eran para la campaña presidencial de su papá. ¡Ay, proceso 8 mil!
Así las cosas, en aras de no desdibujar su sueño, en atención a preservar el proyecto más importante de su gobierno, el presidente prefiere resguardar al funcionario y abrir las puertas de la investigación a sus familiares. Durísima decisión.
El presidente, como digo, seguramente está ajeno a este canalla mercantilismo con lo más preciado de los colombianos, la paz. Pero tiene a su servicio todo el aparato de inteligencia del Estado, de las Fuerzas Militares, de la Policía, de la Dirección Nacional de Inteligencia, por lo que solo existen dos posibilidades: o esa fenomenal herramienta de inteligencia nada sabe, con lo que quedaría demostrada su incompetencia, o tiene grabaciones y registros. Y han debido comunicárselos al presidente.
En esa segunda hipótesis, recuérdese que el presidente es un funcionario. Seguramente ayer, al expedir el comunicado, ha entregado, con el dolor del alma, a los organismos competentes, a la Fiscalía, cualquier prueba o indicio que pudiera tener en su poder. De no entregarlos, el presidente pisaría los terrenos de un delito que se llama omisión de denuncia.
No parecería que las actuaciones de las últimas horas del presidente se deban a simples rumores o únicamente a las declaraciones de su exnuera. Por cotilleos y maledicencias no va un presidente a sacar un comunicado como el de ayer. El presidente sabe que existe material comprometedor, muy delicado. Es plenamente consciente de que las montañas están preñadas de nieve y van a comenzar a tronar los cañonazos que preceden a una avalancha, que como les hemos contado desde hace mucho aquí en 6AM, es de una fuerza asombrosa. Una avalancha que, como todas, solo deja destrucción y tristeza. Y desilusión.