miércoles diciembre 18 de 2024

La oposición se perfila

10 marzo, 2023 Opinión Andrés Hoyos

Andrés Hoyos

En los primeros meses del gobierno de Petro no hubo una oposición merecedora de ese nombre, salvo por unas pequeñas minorías muy a la derecha y por el ejercicio bastante solitario de Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo. Sin embargo, ahora parece que el propio presidente está empeñado en formar una oposición de centro izquierda a su gobierno. Vaya, por ejemplo, el regalo que le acaba de dar a Alejandro Gaviria botándolo. De ahí surge una narrativa poderosa: fíjense que yo traté de ayudar a controlar la explosión, ¡¡¡y el hombre me botó!!! De suyo resulta que Alejandro tiene claras discrepancias con el gobierno sobre proyectos centrales y podría engrosar, no sabe uno si la oposición abierta, pero si una clara alternativa. Dado que son pocos los partidos políticos atractivos en Colombia, uno piensa que Alejandro debería ingresar al Nuevo Liberalismo más o menos pronto.

Petro se está gastando la popularidad a marchas forzadas y eso limita mucho su campo de acción. Por ejemplo, la polémica con su par de El Salvador no le ayuda para nada, tanto así que de la propia derecha puede ahora resurgir una suerte de bukelismo renovado –ya tuvimos alguna vez a Álvaro Uribe–, dadas las humillaciones que el gobierno ha permitido y está permitiendo contra la fuerza pública por cuenta de sus bandazos en el tema de la Paz Total, tan bien y dramáticamente diseccionado en días pasados por Eduardo Pizarro, un reconocido experto internacional en la materia.

Nicolás Petro, el hijo mayor del presidente, ha incurrido en andadas vergonzosas sobre las cuales mucho se ha escrito en estos días. Tanto Nicolás como Juan Fernando Petro, el hermano, afectan de manera negativa la popularidad de Petro, cuyo descenso es un claro aliciente para la oposición. Y como dice el vulgo, eso no se queda así, eso se hincha. Los lujos increíbles e impagables de Nicolás podrían llevarlo a la cárcel. En el proceso, la imagen de su padre se vería afectada de todas maneras, así no se le pueda probar ninguna responsabilidad directa.

Hay más temas contenciosos. Se me ocurre una composición de lugar obvia: pasan vaya a saber uno qué esperpento de reforma a la salud y los servicios se deterioran en unos meses. Cunde la corrupción. ¿Los críticos de hoy no subirían mucho en las encuestas entonces?

En fin, el camino de Petro se va poniendo pedregoso y culebrero. ¿Es tan mala esa noticia? Depende. La realidad lo va a obligar a gastar su capital político en unas cuantas cosas, dejando un poco quieto lo demás. De otro lado, oposición de centro y centro izquierda podría ganar varias alcaldías y gobernaciones. Eso me parece bien.

De aquí al 7 de agosto, cuando Petro cumplirá un año en el poder, muchas cosas se van a decantar y podremos sospechar lo que sigue. Ojalá se llegue a reformas razonables y no a convulsiones destructivas. Lo que sí pasa es que el método de jugar a un radicalismo que luego se reduce a proyectos moderados bien puede dejar de funcionar y el gobernante entonces se estrella contra la pared de lo inviable. Una cosa sí está quedando clara: los funcionarios de tradición más radical no renuncian ni renunciarán, y eso se entiende. Nunca habían tenido poder nacional, de suerte que no van a soltar el poco o mucho que les ha caído del cielo a menos que no les dejen otra salida. Los más moderados, en contraste, se van con mayor facilidad. Esa es la tónica general.

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