martes julio 16 de 2024

Una travesura o un delito 

Esteban Jaramillo Osorio

Las caras y caretas de un crimen, la doble moral y el populismo.

Quien la hace, la paga. Los tres futbolistas del Once Caldas, acusados por extorsión, convirtieron una travesura en un delito, en medio del escándalo público, con señalamientos del periodismo y el especial interés por trivializar los hechos por parte de un sector de la información. Labor por encargo esta última, realizada con demagogia.

Una extorsión, sin importar el monto, no es un mal menor ni admite chanzas. Obró, a tenor de las leyes, la autoridad representada en la policía, la juez, la fiscal y la delegada del ministerio público, con la información recabada y las decisiones adoptadas.

No se trata de afirmar por parte del periodismo, si son culpables o no del delito imputado los jóvenes futbolistas. No están en los medios los tribunales ni quienes imparten justicia.

Tampoco se trata de estigmatizarlos y zarandearlos, ni de establecer si fue o no humillante la exposición pública por parte de la autoridad policial, para macartizarlos. Si era una broma que se salió de las manos, equivalente al robo de una naranja en un supermercado, a tocar la nalga de una dama o al saqueo del erario por ladrones con cuello blanco y corbata, como hay tantos que se mueven impunes.

Para aclarar el tema está el debido proceso. La inocencia que se presume, se demuestra.

En 2012, cuatro jugadores del once Caldas fueron acusados de violar una mujer. Bailaban alrededor de la cama, haciendo turno, mientras uno de ellos cumplía con delirio su faena.

El asunto se zanjó con un pago millonario, extra juicio. Volvieron a las canchas y, con el tiempo, al futbol colombiano.

Lo mismo ocurrió en Santa Fe, en 2016, en celebración con una prostituta, del título de la Súper Liga. Con dinero todo se subsanó y la agredida voló y voló.

No se da un buen ejemplo a los jóvenes futbolistas si se pasa de largo sin sanciones a quienes trasgreden leyes y normas. Si se les justifica. Equivale a otorgar licencias para delinquir.

Castigarlos, con severidad o sin ella, es la demostración de que los futbolistas no tienen patente especial que les permita hacer lo que les da la gana.

Por fortuna las carreras deportivas de los implicados no tendrán afectación, pese a la crisis de confianza, salvo que surja un contratiempo serio en la acusación. Todos con el derecho a la nueva oportunidad.

No es el club blanco, el responsable de las conductas de los jugadores. Fuera de las canchas escapan los futbolistas de su control. El dinero envilece y los deportistas que dominan el escenario desde sus sueldos estrafalarios, no permiten ayudas para ser personas por encima de futbolistas.

Sobre el Once Caldas y su partido con la Equidad: cayó sin alma… Y sin portero. Vergonzosa goleada ante un equipo cuya característica es la ausencia de triunfos. Nunca, desde la llegada de Sarmiento, se jugó tan mal. El Once Caldas es esclavo de su incapacidad, como su jugador emblema es esclavo de sí mismo, de su ansiedad, de su temperamento y su falta de gol.

El futbol, sin futbolistas, no es futbol. Sin ellos nunca llegarán las soluciones mágicas. Migajas de juego se ven en los partidos, rígidos y desconfiados están los futbolistas, miedosos, nerviosos, distantes del balón. Algo hay que hacer para frenar este disparate.

No hubo conflicto en el vestuario como se dice. Los roces con Kevin Londoño, del rival, por sus desplantes hacia el equipo y sus insultos para Sherman.

Todo lo anterior es una libre opinión. Esteban J.

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