martes diciembre 17 de 2024

El Ojo del Halkón Ni Paz, ni mucho menos Paz total

Por Rubén Darío Mejía Sánchez

Mirando desde mi balcón veo pasar la gente que corre a trabajar a cumplir con sus deberes, no se sabe si muchos tristes, si algunos alegres u otros sin saber qué hacer con sus vidas, pero los colombianos buenos siempre buscan el progreso del país y están luchando desde las primeras horas de la mañana hasta que cae la luz en las horas de la noche.

Cualquiera pensaría que estoy comenzando a escribir un soneto o una redacción sobre algo muy lindo y romántico del país y no estoy escribiendo desde el punto de vista pesimista, pesimista simplemente porque he notado que últimamente en Colombia no queremos dejar progresar al país y nos están importando más los intereses personales, el odio que se acrecienta cada día más desde las redes sociales y desde algunos medios de comunicación, al igual que de los partidos políticos, están haciendo que nos olvidemos de esos años buenos en que vivíamos «en paz» y lo digo de esta manera porque desde que tengo uso de razón, sé que hemos vivido en una completa guerra fratricida que ha dejado muertos de un lado y del otro y a los que muchos no les ponen cuidado y les interesa lo mismo, hasta el punto que la gente le interesa más cuidar a sus mascotas que a los propios seres humanos.

Muchas personas que le sirvieron al país, que levantaron unas bellas familias y que fueron pilares especiales en la vida nacional, las encontramos abandonadas en ancianatos, porque se han vuelto una carga para la sociedad y principalmente para su propia familia y eso quiere decir que en este momento ya vamos desechando a las personas como trastes viejos y que no reconocemos que es el momento de cuidarlos después de todo lo que hicieron por nosotros. Hay hijos buenos, hay instituciones buenas, pero el porcentaje de los egoístas en Colombia es más alto de lo que creemos en este momento.

Y vuelvo por la ruta por donde debí de haber empezado, antes de llenarme de sentimiento. Decía mi abuelo que una de las cosas más pesadas era la conciencia y que además de la conciencia, saber hacer las cosas bien y que además de saber hacer las cosas bien era vivir en paz con nuestros semejantes, pero que antes de poder vivir en paz con los demás había que vivir en paz con nosotros mismos y de eso él tiene o tenía toda la razón.

Leer los mensajes en las redes sociales y hablo de Colombia, en algunos medios de comunicación, escuchar algunos políticos que creen que para ellos la justicia ya no existe, y que son los dueños de todo, escuchar a ciudadanos que no saben escuchar y van como borregos al matadero, ver muchas veces que algunos sectores de la juventud no quieren trabajar ni mirar a un futuro, sino dejar que la vida pase y principalmente ahora que los tiempos pasan tan rápido, porque más se demora en amanecer que estar terminando el día en una tarde lánguida llena de agua y de frío y de desesperanzas y frustraciones por no haber podido alcanzar lo que pensábamos y queríamos que tendríamos en ese día.

Ahora el presidente Gustavo Petro Urrego llegó con clarinetes y tambores gritando a los cuatro vientos que iba a buscar la paz total en Colombia y que la lograría; muy buenas intenciones, pero creo que con mucha ingenuidad porque primero debía de haber organizado y acabado de planificar lo que se logró en los convenios con las antiguas FARC y terminar lo empezado con el ELN, para luego comenzar a ampliar el círculo con otros grupos que sin ser alzados en armas son peores, porque son delincuentes comunes que le hacen mucho daño a la sociedad.

Señor Presidente, mientras que en este país no trabajemos especialmente por tener la paz entre nosotros, no vamos a conseguir que los alzados en armas ni las bandas criminales lleguen a ese redil donde brotará leche y miel, como en el pasaje bíblico.

En este momento la responsabilidad es de todos en la totalidad, desde los viejos hasta los jóvenes y hasta los propios niños, que en muchas ocasiones los vemos trenzados en discusiones en sus propios colegios y los mayores que no han respetado y no respetan la niñez y la llevan por lugares corruptos.

Estamos en unas elecciones regionales, y lo que parece es que estuviéramos en una batalla campal, donde no nos importa nada ni nadie sino lo que podamos conseguir para nuestros propios pecunios, sin darnos cuenta el daño que le hacemos a los demás.

Cómo sería de bueno que los políticos tomaran conciencia y supieran que están es para ayudar y colaborar a la ciudadanía y no para vivir del pueblo.

Para qué hablar de las reformas de la salud, del trabajo y de la justicia, que eso se volvió algo mercantilista, en donde como decía anteriormente cada quien quiere lo suyo, porque la salud del pueblo no le importa a nadie, porque el trabajo del ciudadano común y corriente tampoco le importa y mucho menos le va a importar, que la justicia no se mida con el propio rasero e igual para los unos y para los otros y dejar atrás que la mal justicia que hay en Colombia siga siendo simplemente para los de ruana; los de cuello blanco también delinquen y también deben de ser castigados.

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