Arauca: ¿tierra de nadie?
Juan Manuel Galán
En junio se firmó el Segundo Acuerdo de Cuba, mediante el que el ELN y el Gobierno pactaron que se negociarían protocolos entre el 9 de junio y el 5 de julio de 2023 con la finalidad de implementar el alto el fuego. No pasó más de un mes desde que advertimos en este espacio de la necesidad de que el ELN se comprometiera a no extorsionar y secuestrar.
Tal y como si se tratase de una crónica anunciada, a pocas horas de que la anhelada tregua entrara en vigor, el ELN asestó un duro golpe a la política de paz colombiana. La sargento Ghislaine Karina Ramírez y sus dos hijos, Angie Rocío y Juan Camilo, fueron secuestrados por ese grupo cuando viajaban a Arauca con ocasión del traslado de la madre a una base militar de la zona.
Esta vez la respuesta de la Administración no fue sorprendente. Con la acostumbrada incoherencia comunicativa de sus actuales integrantes, la vicepresidenta Francia Márquez y el ministro de Defensa Iván Velásquez repudiaron inicialmente los hechos. No obstante, al poco tiempo, este último dio a entender que la culpa había sido de la sargento por lo que podría resumirse en el transito imprudente a las tierras de nadie.
Para los araucanos, la opinión del ministro Velázquez ha de ser muy desalentadora, pues implica que ni siquiera los integrantes de las Fuerzas Armadas pueden conducir con su familia en este departamento. Esta es la muestra de que las preconcepciones centralistas colombianas aún dominan el pensamiento de la Administración nacional.
Si el secuestro de esta familia fuere verdaderamente previsible, habría que preguntarse si la vicepresidenta no tendría que haber prestado su helicóptero para el traslado. Me imagino que no se le dio la gana.
La hipocresía del Pacto Histórico se confirmó nuevamente con la ausencia de un pronunciamiento del comandante supremo de las Fuerzas Armadas. El jefe de la sargento, Gustavo Petro, guardó silencio sobre los hechos hasta que se confirmó su liberación. Comoquiera que la prudencia no es la virtud del actual Gobierno, la actitud del presidente denota más bien desinterés.